Un conflicto sesgado

4 de abril de 1949. Esa es la fecha a la que debemos remontarnos si queremos arrojar un poco de luz al entramado político que ha conducido a la situación que vivimos hoy en el mundo. Ese día se firma, en Washington, el Tratado del Atlántico Norte por el cuál se conformaría la OTAN. EEUU, Reino Unido, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos y Portugal fueron los países fundadores de esta organización creada para defenderse conjuntamente de una posible amenaza soviética.

Esta parte de la historia y de la creación de la OTAN, así como de los diferentes países que se han ido sumando a ella, entre ellos España, es la que la población generalmente conoce. Sin embargo, la mayoría desconoce uno de los estatutos de creación de la propia OTAN: no todos los países que la conforman son iguales, es decir, no es una confederación, sino que hay países con más poder y que dictaminan lo que hay que hacer. Éstos, obviamente son EEUU y Reino Unido.

Este punto entra en contradicción con el Derecho Internacional y la Carta de la ONU que estipulan que todos los Estados deben ser iguales e independientes, pero probablemente de eso no hayáis escuchado nada. Tampoco habréis escuchado hablar del acuerdo de la Conferencia de Potsdam, que establece que la OTAN nunca podrá implantarse más allá de la antigua Alemania Oriental, concretamente de la frontera Oder-Neisse que separa Alemania de Polonia.

Asimismo, si profundizamos en qué medidas ha ido adoptando la OTAN a lo largo de su historia, vemos que realmente no ha servido para nada más que para beneficiar a sus dos principales “cabecillas”: EEUU y Reino Unido. ¿Qué pretende a día de hoy la OTAN con respecto a Ucrania? Que se anexione para “reducir el peligro nuclear”; traducido a la realidad el objetivo parece ser, más bien, la anexión de este territorio para tener control sobre el gas natural y los otros muchos recursos que acumula.

Por otra parte, tenemos que tener en cuenta una noticia que no ha aparecido en los medios de comunicación occidentales, ahora tan preocupados por la situación de Ucrania: los ocho años continuados de torturas y matanzas por parte del ejército ucraniano a la población de la región de Donbass y la reacción tanto rusa como estadounidense frente a esto.

Hagamos un paréntesis para entender qué ha ocurrido en Donbass:

Donbass es una región al sur de Ucrania, con fuertes lazos con Rusia, al igual que el territorio de Crimea. En 2014 el conocido movimiento Maidan se hace con el gobierno ucraniano ¿Quién está detrás de este movimiento? Dimitro Yarosh, militar y agente de la OTAN ya conocido por formar parte de organizaciones nazis europeas, y que es introducido en Ucrania a través de Victoria Nuland, actual Segunda del Secretario de Estado estadounidense. Así, llega al poder un gobierno ultra derechista que además incluye entre las fuerzas militares al batallón Azov, batallón reconocido públicamente como nazi.

Durante 8 años, el Gobierno y el ejército neonazi ucraniano han atacado sin ningún tipo de reparo a toda la población descendiente de rusos que vivía en la zona de Donbass. Es por eso que Crimea celebró un referéndum y se independizó de Ucrania (no, Crimea tampoco fue invadida por Rusia), al igual que las regiones de Donetsk y Lugansk, las cuales solicitaron el reconocimiento de independencia por el Kremlim, que así hizo, dada la cantidad de población que comparte la nacionalidad ucraniana y rusa.

Durante 8 años, la población de dichas regiones ha sido masacrada y ha tenido que huir hacia Rusia en condición de refugiados; pero de eso no se habla en las noticias, como tampoco se habla de los Acuerdos de Minsk, firmados entre Ucrania y Rusia con el fin de paralizar dicha situación, y que, sin embargo, el ejército ucraniano ha seguido ignorando durante todo este tiempo.

¿Qué ha pasado en los últimos meses para que se haya intensificado el conflicto? En octubre de 2021, Victoria Nuland viajó a Moscú y, en nombre de la supremacía estadounidense poseedora de la verdad, amenazó a Rusia con hundir su economía si Putin no dimitía -no, eso tampoco ha salido en los medios de comunicación convencionales-.

En respuesta a esta provocación, Rusia[ML5]  el 17 de diciembre envió en respuesta a EEUU un tratado de garantía de paz en el cual se exigía a EE.U.U. que se ciña al Derecho Internacional y que se garantizase que ni Ucrania ni Georgia pasarían a ser miembros de la OTAN; pero EE.UU. no estaba de acuerdo en firmar ese tipo de acuerdo, y sin embargo, por arte de magia, apareció una filtración en la que Ucrania “pedía ayuda”. Sorprendentemente, dicha filtración contenía información de los llamados Non- Paper o Confidenciales de EEUU, conclusión: sólo los pudo filtrar EEUU.

El pasado 23 de febrero amanecimos con titulares del tipo: “Invasión de Rusia a Ucrania”; mesas de debate con periodistas acalorados e indignados a partes iguales con el presidente Putin, las redes sociales llenas de eslóganes y hasta manifestantes en las embajadas rusas de los diferentes países. ¿Cómo negar ahora que los rusos son los malos? Remontándonos al 21 de febrero, cuando el ejército ucraniano nuevamente atacó a la región de Donbass, quebrantando 54 veces en menos de 24 horas el acuerdo de alto el fuego firmado en Donetsk; dichos incumplimientos ascienden a 120 si les sumamos las 66 denunciadas por la región de Lugansk

Nuevamente esto no ha salido en las noticias.

Otro de los factores que es determinante en este conflicto es el gas natural, o mejor dicho la escasez de dicho recurso. En 2009 se firmaron una serie de contratos para construir nuevos gaseoductos, en concreto el Nord Stream II, que conectaría a Alemania y Rusia sin necesidad de pasar por Ucrania, esto supondría un gran avance, puesto que las reservas de gas natural son escasas y de ellas depende la electricidad de gran parte de Europa. Si tenemos en cuenta que Alemania es una de las grandes potencias europeas, tener contacto directo con Rusia le facilitaría conseguir gas y por lo tanto, electricidad.

EEUU no puede permitir eso, bastante tiene ya con haber perdido su posición de superioridad mundial como para que se haga aún más presente, y encima que las potencias europeas “se hagan amigas” de Rusia y, por consiguiente, de China.

A todo lo ocurrido en territorio ucraniano hay que sumarle un factor clave: la situación actual mundial. Rusia junto a China están buscando alianzas con los países europeos con idea de crear un nuevo sistema que lleve a la multipolaridad, como se le llama en argot político, o lo que viene siendo que cada país sea responsable de sí mismo y que las alianzas sirvan únicamente para aportar seguridad, mediante confederaciones del tipo OTSC. Es decir, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, creada en 1991 por varios países europeos- pertenecientes a la antigua URSS y otros tantos asiáticos, donde, a diferencia de la OTAN, todos los estados miembros son iguales, es decir, Rusia no puede imponer su voluntad en Armenia, por ejemplo, dejando atrás los viejos eslóganes como “llevar la democracia a tal o cual país” o “dividir el mundo en zonas de influencia”.

Este nuevo modelo de sociedad global y cooperativa no le interesa a EE.UU., puesto que su objetivo es conseguir lo que propuso el filósofo Leo Strauss: la dictadura mundial. Sin embargo sabe que China es la principal potencia económica y Rusia la armamentística y, aunque Biden haya asentado las bases para unas sanciones económicas a Rusia sin precedentes, es dudoso que se lleguen a materializar, ya que -a pesar de no haberse pronunciado a día 24 de Febrero- la contrapartida de Rusia y China podría ser devastadora, especialmente para Europa.  

Rusia, o mejor dicho, la antigua Unión Soviética ha sido siempre acusada de llevar a cabo políticas semejantes a las nazis, solo hay que mirar las redes sociales un rato para ver las comparaciones de Putin con Hitler. Si bien, esto no tiene sentido, ya que el nazismo desapareció en gran medida por las intervenciones rusas, en concreto, las cifras de muertos rusos ascendieron a 27 millones mientras que los estadounidenses e ingleses no llegaron al millón.

Como vemos las campañas propagandísticas llevan años operando, y lo mejor, dando resultado. Así que EE.UU. ha recurrido a su gurú, Goebbles, utilizando la más antigua de las reglas propagandísticas: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.

Finalmente, a pesar de que Putin ha repetido que no tiene intención de invadir Rusia, EE.UU ha repetido día tras día que los rusos van a invadir Ucrania, como si se tratase de Pedro en el cuento del lobo.

Todo esto mientras las milicias neonazis financiadas por EE.UU. masacraban a la población ucraniana. Tanto lo han repetido que cuando, después de 8 años y tras la violación de los acuerdos de Minsk en incontables ocasiones por parte de Ucrania, Rusia ha entrado a defender a su población- repito, muchas de los habitantes del Donbass tienen nacionalidad rusa- los titulares de los periódicos lo han vendido como “la invasión de la que ya EEUU había avisado”.

¿Cómo podríamos resumir entonces la situación actual? Básicamente es un conflicto entre imperios y una reorganización del orden mundial, una vez más en territorio ajeno. Y, por supuesto, es un conflicto propagandístico, si no miremos como  Russia Today tiene restringida la emisión en casi todos los países de Europa, pese a tener las licencias en regla.

Seguro que hay mil cabos sueltos que no puedo desarrollar ahora mismo, pero sí que creo firmemente que debemos tener en cuenta el contexto geopolítico y la historia reciente, analizarla y quizás dejar de tenerle tanto miedo “al lobo” y temerle un poco más “a Pedro”.

Fátima Fatuarte Díaz
Periodista

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