¡Feliz 2022!

Un político disfrazado de Papá Noel sale a pasear por el país. Lleva un saco de miedos infinitos y los reparte a su gusto entre los ciudadanos. Algunos abren los regalos y no les gusta lo que ven, pero se lo ha regalado alguien más poderoso, con unos superpoderes que pueden salvar la economía, la pandemia, la homofobia, las violaciones, el hambre o el racismo. Así que, de mala gana, se los quedan. En fin, es Navidad, ¡cómo van a protestar! Otros, con sus gafas último modelo, empañadas de resignación, conformismo y servidumbre, los aceptan encantados, ¡qué mejor regalo de Navidad, que una sociedad unida, recibiendo todas esas órdenes del héroe del saco! Llega el 25 de Diciembre, día de fiesta, y por arte de magia las órdenes se convierten en «normas», pero todas por el bien del país, que el hombre del saco y su séquito son muy considerados, siempre pensando en sus ciudadanos. Aunque claro, con cierta distancia, por si alguien les reconoce bajo el disfraz. Fin de año, propósitos de cambio, modernizar aún más esas gafas para los que no quieren ver, e intentar que los que duermen con un ojo abierto, se sometan del todo. Y así empieza un nuevo año, lleno de esperanzas y como siempre, esperando ansiosos a que venga el hombre del saco a salvar la Navidad. 

Pero no conviene olvidar que siempre hay alguien reticente a la Navidad. Sus razones tendrá. Que se compra sus propios regalos, porque no cree en el hombre del saco. Y que, si todos ellos se unen y celebran su propia fiesta, los fuegos artificiales de fin de año llegarán tan alto, que incluso aquellos que duermen con la tele encendida, los escucharán.

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