Me siento a escribir la editorial con una masa heterogénea de ideas en mi cabeza, pasan demasiadas cosas a lo largo de las semanas y me resulta tremendamente difícil simplificarlas en una editorial, así que puede ser que al leer estas líneas te de la sensación de que te acabas de comer un plato con todas las sobras que quedaban en tu nevera. Lo siento de antemano.
Rosalía ha estado siempre en el punto de mira, al principio fue por la innovación que supuso para el mundo del flamenco, aunque habrá quien se lleve las manos a la cabeza ahora mismo gritando “¡eso no era flamenco!”, bueno chiqui, opiniones como culos, ¿sabes o no? La cuestión es que ni siquiera cuando hacía lo que se supone que tenía que hacer nos pareció bien, por eso de la apropiación cultural (¿una catalana renovando “el cante jondo”?) y por lo antes ya comentado, en tal caso estropeaba el flamenco más que darle brillo. ¿Mi opinión? He visto a Rosalía en directo y doy fe del talento que tiene, aparte de haber visto algunos análisis sobre el malquerer (como buena grupi) y saber que fue un disco muy creativo y original. Sinceramente si pienso que creó un estilo nuevo, quizás no podamos hablar de flamenco como tal, pero sí que llevó hasta los más jóvenes ritmos y cantes que no se estilaban mucho entre ese grupo de edad.
¿Qué ha pasado desde ese entonces hasta ahora? Pues algo tan natural como el desarrollo de un ser humano, si cierras los ojos un momento y te imaginas hace dos años, seguro que tienes claro que eras bastante diferente a como eres ahora, pues bien, con Rosalía por muy famosa y reina mora que sea pasa lo mismo, pretender que una artista no cambie ni evolucione un ápice es algo bastante reaccionario, ¿no creéis? Otra cosa es que la evolución te parezca una auténtica basura, ahí ya no me meto. Ahora bien, vamos a la parte reivindicativa, vamos a la chicha: el feminismo. Es evidente que Rosalía ha sufrido una mercantilización de su música como es normal pero también de su estética, es lo que desgraciadamente les suele pasar a las artistas mujeres, aparte de vender su arte como fuerza de trabajo también venden su físico. Lo comprobamos también en otras cantantes como Nathy Peluso o Bad Gyal, cuanto más reconocimiento van obteniendo también más sexualización. Me da la sensación de que van dejando de ser dueñas de sí mismas para convertirse en un producto más. Entonces ¿realmente ayuda que la población general, y las mujeres en particular las despellejemos vivas? Pues mira, chica, me da a mí que no, que ese no es el camino, porque de verdad que últimamente me cuesta mucho separar la línea entre la crítica constructiva y el linchamiento. El feminismo se está convirtiendo en una especie de etiquetado, como esos que aparecen en los productos alimentarios, que te dicen si es bueno o malo. Estamos de acuerdo en que son mujeres con un impacto social importante, que tienen los ojos de muchas adolescentes puestos encima, pero es que ser un modelo a seguir las 24/7 tiene que ser agotador, y realmente creo que la mayoría de veces proyectamos nuestros traumas y carencias sobre personajes públicos.
En serio, primas, si a nosotras desde la individualidad nos cuesta prescindir del rimmel y el antiojeras, me resulta casi grosero exigirles a otras mujeres con mucha más presión ser perfectas a nivel de deconstrucción.
Con esto que ha pasado del tortazo de los Oscars, que por cierto menudo aburrimiento, me doy cuenta de que a veces practicamos la sororidad y otras no, ¿el chiste? pues de pésimo gusto la verdad, pero igual que el que se le gastó a Penélope Cruz, o seguramente como otros tantos que habría hacía otras mujeres, también ofensivos. Hemos salido todas a tropel, en defensa de Jada, como un ejército de predicadoras, y oye que me siento orgullosa de esta comunidad, pero también llevo viendo desde hace mucho tiempo a muchas mujeres que creen que tienen una potestad mayor que la del Papa en feminismo, o sea, quiero decir ¿alguien se ha preguntado si Jada quiere darle tanto bombo a lo de su alopecia? ¿Ver fotos suyas desde todos los encuadres y zooms? El feminismo teoriza, debate, CONSTRUYE, no sentencia y pone una A en esta mujer porque es la mejor feminista y una D en esta porque ejem.
Bueno y luego está el team de “la libertad de expresión”, que oye, totalmente a tope con esa gente, también como dijo Nerea Pérez de las Heras: “estoy a favor de la libertad de expresión pero lo estoy más a favor de la libertad de respuesta”. Que la gente es libre para decir lo que les salga de las narices, lo sabemos, pero ¿no os parece que se reivindica la libertad de expresión cuando en realidad se debería decir libertad de daño? Nadie quiere libertad para decirle a un ser querido que ha hecho algo mal con educación, no, se quiere libertad de expresión para cagarse en los muertos de alguien e irse a la cama sin ningún tipo de remordimiento, y mira, por ahí no paso.
En fin, como te dije al principio, esto es un platico de ropa vieja con unos poquitos de garbanzos y unas poquitas de papas. (Pero con buen etiquetado ¿eh?)
Y de verdad me da mucha fatiguita estar escribiendo esto, precisamente porque creo que me van a poner una etiqueta malísima y nadie va a querer llevarme a sus despensas para que le hable de feminismo a sus criaturas. Una vez más nos estamos desviando, cuando no es la lucha de egos por redes sociales, es un guantazo entre señoros, es la crítica voraz a una mujer artista que llena estadios, es una defensa a ultranza a otra mujer de la que ni nos hemos planteado si quiere ser el centro de nuestros análisis, y si no nos matamos discutiendo si la madres están alienadas o no. Por favor señoras, centrémonos, vamos a escuchar más a las grandes teóricas, y ya que lo personal es político invirtamos el tiempo en cultivar nuestra deconstrucción interior. Hagámoslo lo mejor posible, y no nos pongamos piedras en el camino, que de eso ya se encarga el señor patriarcado y su hijo el capital.
“Y como tú ninguna, brillas como la luna, brillas como mis prendas, quiero que tú me entiendas, la que sale por TV, no es la que yo conocí”.
ANYTA BELLE
Enfermera
SI VIS PACEM. PARABELLUM
Amar con todo, reír por nada y luchar sin miedo. La indiferencia ante lo injusto es el mayor acto de cobardía.