XY

Hace un par de días, en Revoleo, hicimos una encuesta, preguntamos por vuestra opinión acerca del término “xy” dirigido a los hombres a la hora de teorizar. Los resultados han ido bastante a la par entre adecuado, infantil y no tengo opinión, aunque por democracia el ganador ha sido “infantil”. Puntualicé también en una historia que poner infantil como opción fue erróneo por mi parte ya que de ese modo, la encuesta perdía un poco la objetividad, y que lo correcto habría sido “inadecuado”.

Siempre que inicio un debate o una encuesta de este tipo, mi intención es aprender, y confrontar mis ideas con las vuestras, la verdad que me resulta altamente enriquecedor, en este caso, viendo que el tema ha suscitado bastante interés hemos decidido dedicarle la editorial del mes de octubre.

Reconozco que antes de saber vuestras opiniones, la mía, como ya he dicho más arriba era que usar esta terminología resulta pueril, y aunque he de decir que no ha cambiado mucho lo que pensaba si he entendido y considerado otros puntos de vista. Es por eso que no me cansaré nunca de daros las gracias.

Lo primero que remarcaría es que hay varios contextos en los que se usa, en mi caso cuando más me ha parecido fuera de lugar es en temas separatistas, si nos sigues desde hace tiempo sabrás que no comulgamos mucho con esa corriente. Me parece un poco como “los hombres son de venus y las mujeres de marte”, una guerra de sexos un poco absurda. Sin embargo en este contexto hay dos opiniones, quien me comenta que es una actitud defensiva ante la eterna deshumanización que sufrimos las mujeres y otras que se usa primordialmente como algo humorístico.

En segundo lugar, la mayoría de mensajes que hemos recibido, han sido especificando que este término se usa principalmente en relación con todo el tema trans y sus vertientes, bueno, siendo rigurosas, se usa para hablar de los hombres autoidentificados como mujeres, y vale que lo de xy es una realidad innegable, pero si somos sinceras se usa en mayor medida para hacer un poquito de pupa, ¿o no? Está claro que debido a la dilución que de un tiempo a esta parte se pretende hacer con las categorías sexuales de hombre y mujer parece que haya que especificar lo obvio, sin embargo ¿reducir al ser humano hasta su última capa es lo más adecuado para hacerlo? 

Más allá de las intenciones de cada una a la hora de utilizar términos como éste, me gustaría poner el foco en el talento supino de crear términos parcialistas (como “seres gestantes”, “seres menstruantes” o “XY”) propio de poetas del siglo de XXI, capaces de eclipsar a la mismísima Elvira Sastre.

No veo necesario simplificar un sujeto, da igual el que sea, a funciones biológicas o de niveles celulares concretos, ya que es denigrante y cualquier sujeto es más complejo que una sola de sus características. Creo que debemos estar por encima de eso. Las conquistas que intentamos hacer son más complejas, y no se van a producir a nivel cromosómico, lo harán en nuestros hogares, en la calle, en nuestros centros educativos y sanitarios, en nuestros lugares de trabajo, en nuestras cámaras representativas… etc.

Como ya he apuntado antes, este despliegue de ocurrencias narrativas es propio de la Teoría de Género o Queer, en la que mediante la retórica y la filosofía barata, pretenden falsear realidades materiales de individuos y colectividades. Pero la Teoría de Género no nació con Judith Butler ni mucho menos, se ha venido institucionalizando desde hace miles de años. “Los hombres no lloran”, “la intuición femenina”, “noche de chicas”, “esta noche estoy soltero”, “esta casa necesita un toque femenino”… y así podría seguir hasta ahogarme en mi propio vómito. El Patriarcado también es Teoría de Género; y ha sido la antesala necesaria para que mute en realidades como la Ley que se pretende tramitar de urgencia en el Congreso de los Diputados. Es una bestia que hemos alimentado entre todos, una bestia que se alimenta de mujeres. 

¿Y a dónde quiero llegar con esto? Pues a que separar lo biológico de lo sociológico es vital en este debate. Esta nueva moda de simplificar la complejidad de un sujeto, nos puede llevar a olvidar la raíz del problema. 

La escena tan repugnante y torticera que las estudiantes del Colegio Mayor Santa Mónica han tenido que sufrir esta semana en Madrid, no se ha producido porque la escoria que ha perpetrado este crimen tenga una estructura celular (XY), portadora del material genético concreto que, con el tiempo, les haya permitido desarrollar sus cuerpos como machos de la especie humana. NO. Se ha producido porque una vez desarrollados como tales, han recibido una educación y socialización basada en la opresión y violación a las mujeres, convirtiéndolos en lo que hoy entendemos como hombres.

Restarle importancia o defender estas tradiciones violentas, como estamos viendo en los medios estos días, poco tiene que ver con la biología de las personas. Que haya mujeres que se encontraban dentro de ese colegio mayor, y que justifiquen la actitud de estos indeseables, no es una cuestión genética, es un Síndrome de Estocolmo de manual. 

Así que hagámonos un favor y dejemos de engrosar el Real Diccionario de Términos Inútiles, sigamos trabajando en crear espacios seguros para el debate y la acción, sin restar rigor y seriedad a lo que ya hemos construido. Centrémonos en que los hombres que esta semana han cometido acoso y apología de la violación, reciban su castigo; en que las mujeres que lo han sufrido reciban el apoyo necesario; y en que las futuras generaciones, independientemente de su composición genética no reciban los estímulos que los llevarán a ser víctimas o verdugos. 

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