La igualdad se aprende en familia

Parte 2

Ya desde antes del nacimiento nuestra sociedad se empeña en definir las características diferenciales de género según si el bebé que va a llegar va a ser niña o niño. Ya se empieza a insistir en los colores que deberán adornar la habitación o los complementos decorativos. Si es niña reservaremos el color rosa, los lazos y los pendientes. Y si es niño aparecerán los coches, las pelotas y el color azul. Esto va a servir para controlar y regular inmediatamente la apariencia de esa persona que está por llegar, modelando además el lenguaje que se usará para referirnos a ellas y ellos. Pasaremos de princesas a campeones sin cuestionarnos el por qué de esta diferencia. Los juegos que les propondremos también van a ser diferentes, por lo general las actividades van a ser más enérgicas para ellos y de cuidado y belleza para ellas. También será muy diferente la ropa con la que les vamos a vestir. Por lo general más cómoda y de colores oscuros para los niños y rosa, lazos y brillantes para las niñas. 

​​Esta tradicional distinción por sexos que se da en la familia está muy arraigada desde los primeros momentos de la vida de cada bebé, y continua a lo largo de la infancia marcando estereotipos de género. ​​Por ejemplo, a los niños se les premia cuando son duros emocionalmente, heterosexuales y dominantes mediante la represión de las emociones y la ridiculización de lo femenino. En las niñas se fomenta ser coquetas, delicadas, sacrificadas y empáticas mediante la preocupación temprana por la imagen, se les controlan la comunicación (por ejemplo las niñas no hablan alto ni se enfadan) y la conducta (por ejemplo “las señoritas” no corren, no se meten en peleas), y también se les inculca el mandato de los cuidados. Todo esto se ve además reforzado por los medios de comunicación, y también muy frecuentemente por la escuela.

Con esto vemos que el género se va construyendo desde la primera infancia a través de un proceso de socialización diario y persistente, reforzado con el ejemplo de madres y padres y las dinámicas de comportamiento familiar. 

¿Pero qué podemos hacer las familias desde casa? Las familias tenemos un papel fundamental en este proceso de socialización. Junto con el colegio y los medios de comunicación, somos los tres agentes fundamentales y más poderosos en el proceso de construcción de la realidad de nuestras criaturas. Con lo que ven y oyen en casa van construyendo su visión del mundo que les rodea, se hacen una imagen de quienes son y qué se espera de ellos y ellas. 

Vamos a ir incorporando a nuestras vidas y nuestros hogares algunas herramientas para convertir nuestra familia en un lugar seguro e igualitario para nuestras criaturas. Vamos a ver algunas de ellas: 

  • La corresponsabilidad en el hogar. Desde mi punto de vista es una de las vías más importantes para que la igualdad sea una realidad en nuestro hogar. En primer lugar desmontamos un mecanismo de reparto de tareas injusto y terrible que provoca graves problemas en las vidas de las mujeres. Y a la vez estamos mostrando la mejor forma de construir un mundo igualitario, compartiendo responsabilidades, logros y tiempo de disfrute.
  • Favorecer la expresión de sentimientos y la comunicación. El machismo como cultura ha extirpado del desarrollo personal de los hombres, la posibilidad de expresar sus emociones y sentimientos de una manera natural. Tampoco les premia la posibilidad de comunicarse de una manera amable y respetuosa, sino más bien autoritaria y agresiva. Por esta razón es muy importante que la educación emocional, el desarrollo de la empatía y el foco en el cuidado de uno mismo y de las demás personas, forme parte de la educación de nuestros hijos e hijas.
  • Evitar los comentarios sexistas o discriminatorios que refuerzan los estereotipos de género. Parece obvio, pero a menudo es complicado deshacerse de tantas expresiones machistas y discriminatorias cuando llevamos toda la vida escuchándolas y formando parte de nuestro lenguaje cotidiano. También es importante el uso de un lenguaje que incluya a las mujeres.
  • Favorecer las actividades deportivas y de ocio de nuestros hijos e hijas en función de sus gustos personales, no según se considere adecuado por ser niñas o niños. Olvidemos eso de que el fútbol es de niños o que los niños no pueden jugar con muñecos y sacarles a pasear en el carrito. 
  • Evitar los regalos y juguetes sexistas. La prevención del sexismo consiste en superar esa dualidad tradicional que clasifica los juguetes como “de niños” o “de niñas”, de forma que fomentemos que sean utilizados por ambos sexos indistintamente.
  • Reforzar los esfuerzos y actitudes de nuestras hijas e hijos en todos los ámbitos del conocimiento, apoyando su elección de estudios y valorando el esfuerzo, y dejando de lado los estereotipos sexistas en cuanto a determinadas áreas del conocimiento. Mujeres y hombres podemos tener las mismas capacidades para acceder a estudios científicos o tecnológicos. Esa capacisdad no depende de nuestro sexo, sino de otras aptitudes personales.
  • Valorar todos los trabajos que realizan las personas, sin considerar unos y otros como menos dignos. Los trabajos de cuidados de otras personas, la realización de tareas de limpieza, todos los trabajos tienen importancia en el desarrollo de nuestra sociedad, y esto ha quedado patente en la reciente pandemia mundial. No lo olvidemos tan rápido.
  • Trabajar la educación no sexista a través de los cuentos es una manera estupenda de transmitir valores positivos como la igualdad, el respeto o la empatía. La literatura infantil y juvenil tiene cada vez más ejemplos de historias, protagonistas y referentes igualitarios con los que , además, podemos disfrutar en familia.

El ejemplo es lo que más enseña.

Llevarlo a la práctica es a veces lo más difícil, así que que aquí tienes algunos ejemplos para que puedas empezar a practicar hoy mismo: 

  1. Nombra al niño y a la niña aunque te dirijas a ambos (“Toni y Vega, vamos a cenar” en lugar del típico “¡Niños, a cenar!”)
  2. No utilices frases que refuerzan actitudes sexistas: “Eres un machote”, “Qué dulce es mi niña, eres mi princesa”. Pregúntate qué estás alabando con las palabras “machote” o “princesa”.
  3. Fomenta la utilización de juegos y juguetes cooperativos, creativos y no sexistas, así contribuiremos a su desarrollo igualitario. Si juegan con otros niños y con otras niñas, aprenderán a compartir y a respetarse. 
  4. Los dibujos animados, los videos, las películas o videojuegos transmiten imágenes y comportamientos: selecciónalos de acuerdo a su edad, con mensajes que transmitan valores positivos, que fomenten la igualdad y excluyan la violencia.
  5. Cuando los abuelos y abuelas cuidan de nuestros hijos, podemos explicarles de la mejor forma posible, cómo queremos educar a nuestras criaturas y pedirles su colaboración.

Los cuentos que nos ayudan a educar en igualdad. Cuando busquemos libros y cuentos para apoyarnos en nuestra tarea de educar en igualdad en la familia, buscaremos libros que ayuden a construir un mundo mejor, con valores educativos que fomenten la colaboración, la no violencia, la responsabilidad, la empatía… Los personajes no deben responder a estereotipos sexistas y además desarrollar acciones o roles no diferenciados por sexo, de igual relevancia y protagonismo. Nos fijaremos en que el uso del lenguaje no sea sexista y que en las ilustraciones aparezca una representación equilibrada de personajes femeninos y masculinos.

Aquí tienes algunos ejemplos:

  • Azules y rosas, ya ves tú qué cosas, de Belén Gaudes y Pablo Macías.
  • Las Princesas también se tiran pedos, de Ionit Zilberman
  • Cuando las niñas vuelan alto, de Raquel Díaz Reguera
  • Érase una princesa que se salvó sola, de Sara Cano
  • ¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?, de Raquel Díaz Reguera
  • Colección «Érase dos veces», de Belén Gaudes, Pablo Macías y Nacho de Marcos
  • El diario violeta de Carlota, de Gemma Lienas
  • Vivan las uñas de colores, de Alicia Acosta y Luis Amavisca.

Además de cuentos, podemos compartir películas y series en familia, o juegos de mesa o videojuegos, pero en cualquier caso debemos seleccionarlos teniendo en cuenta la edad de nuestras criaturas y que no fomenten estereotipos sexistas.

En definitiva, para educar en igualdad, como madres y padres, no nos queda más remedio que estar en contínuo aprendizaje y formación. Y para ellos podemos contar con numerosas feministas y académicas expertas, quienes a través de sus libros, charlas y talleres nos ayudan a saber cómo avanzar en este proceso. 

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