Duelo a la no maternidad

¿Se puede duelar algo que nunca has tenido? Yo digo sí. El duelo de la no maternidad es poco conocido y está totalmente negado por la sociedad, pero a mí hoy, me gustaría cambiar eso.

Hace unos años supe que no podría ser madre biológicamente y, aunque nos planteamos la adopción como “alternativa”, algo cambió dentro de mí al ver como se me negaba la posibilidad de elegir, al saber que yo nunca estaría embarazada ni pariría una criatura.

Entrecomillo “alternativas” porque con el tiempo, la madurez y el trabajo personal, llegué a la conclusión de que la adopción no es una alternativa para cubrir el deseo de maternidad de nadie, si no un derecho que tienen los menores sin padres o cuyas tutelas se han perdido, a tener una familia que los cuide y les procure una infancia feliz. Un niño nunca es un plan B, no debe serlo. Un menor siempre merece ser la primera opción.

Pero volviendo a mí, tras el punto y final en la búsqueda de la maternidad, siendo feliz con mi vida sin hijos como lo soy. Sintiéndome plena, sabiendo que mi (nuestra) decisión fue la correcta, viví un duelo.

Un duelo es, por definición, un proceso psicológico que atraviesa una persona al enfrentarse a la pérdida de un ser querido, una ausencia o un abandono. Y en ese proceso se siente culpa, miedo y tristeza entre otras emociones.

Pues yo sentí eso mismo por alguien que ni siquiera llegó a existir pero que en mi cabeza tenía nombre, habitación, cumplía años… Duelé un sueño.

Y más allá y más importante, duelé la imagen de mí misma que había construido como madre. Duelé un proyecto de vida. Tuve que despedirme a trompicones de aquello que nunca sería.

Yo, que nunca me había planteado ser madre porque crecí creyendo que lo sería sin más, que eso sucedería. De golpe me vi tomando una decisión que en realidad, la vida había tomado por mí y teniendo que entender ese trance al mismo tiempo que se lo explicaba a quienes me preguntaban.

Yo, que siempre he tenido humor e ironía para salir de cualquier conversación incómoda con una sonrisa, bloqueada ante el juicio ajeno.

Y es que cuando te preguntan “los hijos, ¿para cuándo?” no saben la historia que hay detrás y todas las mujeres, madres y no madres, tenemos una: las pérdidas gestacionales, tener determinada edad y no tener pareja con la que ser madre, la economía… Muchas causas hacen que una mujer no tenga hijos y ninguna de ellas es asunto de nadie.

Que te hagan esa pregunta en medio del convite de una boda y tengas que decir “es que no quiero tener hijos”, porque si dices que no puedes llegan los: si te relajas te quedas, prueba esta dieta, hazte acupuntura o sacrifica un pony un día de luna llena. La gente no quiere oír hablar de infertilidad/esterilidad y eso es un problema. La corriente Mr Woonderfull de “si puedes soñarlo, puedes hacerlo” es extremadamente dañina aparte de falsa. Viene a culparte, a señalarte y gritarte que no lo has intentado lo suficiente, que tu deseo no era tan grande, que tiraste la toalla.

Esto no es una competición, no se puede medir el amor igual que no se mide el dolor. Y que la sociedad nos lo niegue o nos señale, no ayuda.

Las mujeres sin hijos por diversas circunstancias no tenemos espacios donde ser, donde poder expresarnos sin que nadie nos aconseje una clínica buenísima de fertilidad donde alguna prima lejana se quedó embarazada contra todo pronóstico y a la primera.

En la etapa del duelo no necesitamos paternalismo, infantilización, consejos u opiniones no pedidas.

No necesitamos que nos digan que ser madre es lo que te completa como mujer, que no conocerás el amor verdadero si no tienes un hijo.

Es más, no necesitamos nada que no pidamos. Somos mujeres que han tomado una decisión y que ésta sea dura o provoque dolor, no nos hace débiles. Las personas trazamos líneas, límites necesarios para con nosotras y con el resto como acto de amor propio. Y dónde pongo yo mi línea en algo tan íntimo, tan personal, tan chungo, que no debe ser tema de conversación de nadie.

Lo que sí necesitamos todas, como sociedad, es que se reconozcan estas etapas, estos duelos. Que se hable de ello, que se conozca, que se le de su sitio sin estigmas. Y que todos y todas dejemos de hacer preguntas y juicios que no son de nuestra incumbencia. Que se deje de dar por hecho que una mujer en edad fértil va a ser madre, porque eso es depositar expectativas sobre nosotras. Cargarnos con más piedras en la mochila.

El rango de edad en el que una mujer puede ser madre es bastante amplio por lo que se llega a hacer realmente insoportable el tema. Tanta pregunta, tantas soluciones no pedidas. 

He llegado a preguntarle a mi pareja, llorando, que hasta cuándo me iban a estar preguntando, valga la redundancia, por los hijos que no tendré. (Puntualizo que a mi marido no se lo preguntan ni la mitad de la mitad de veces que me lo preguntan a mí)

En definitiva, el Duelo por la No Maternidad es un duelo no reconocido que se alarga a causa de la negación del entorno, que te impide cerrar el capítulo y que no comprende que una pueda echar de menos aquello que nunca conoció.