El binomio mujer/cuidadora existe desde que el mundo es mundo.
Se cuenta que, en las sociedades prehistóricas, el hombre cazaba y la mujer recolectaba. Sabemos que esto no es del todo exacto pues entre el 30% y el 50% de los cazadores del Pleistoceno tardío y el Holoceno temprano en Las Américas, pudieron haber sido mujeres.
Por supuesto, la labor central de estas mujeres era la de traer criaturas al mundo, criarlas y cuidarlas.
Actualmente, leo, pero sobre todo oigo en mi entorno, que estos cuidados van siendo más compartidos pero lo cierto es que si miro mi propia historia me encuentro, de nuevo, con muchas mujeres cuidadoras.
Cuando era pequeña me crió y cuidó mi madre en todos los aspectos, mi padre trabajaba fuera de casa y mi madre dentro, con nosotros. En mis cuidados estaban mi iaia, mis tías y otras mujeres adultas del entorno familiar y amistoso de mis padres. Una red de sostén conformada por mujeres.
Llegamos, sin remedio, al concepto de Trabajo de Cuidado: Se plantea, en este sentido, que la estructura laboral del capitalismo moderno depende de que haya trabajo no remunerado y no reconocido, hecho sobre todo en el espacio cotidiano, que posibilita que el capital disponga del tiempo y la energía de los trabajadores asalariados. Así, si en el ámbito doméstico hay alguien garantizando que el trabajador esté alimentado, tenga ropa limpia y pueda llegar a descansar a un espacio limpio, su empleador podrá asignarle jornadas más largas y tareas más pesadas. (1)
Como seres humanos que somos, en la infancia, jugamos a imitar lo que vemos y así vamos aprendiendo e incorporando hábitos; yo jugaba a ser la madre de mis muñecos y, por supuesto, los cuidaba.
La vida continuó y mis padres se divorciaron. El mantra que mi iaia me repitió hasta la saciedad fue “cuida de tus hermanos” y “cuida del papá” (soy la mayor y la única mujer). Yo tenía 17 años así que fracasé estrepitosamente en mi misión. Fue el principio de un montón de expectativas a las que no llegaría a lo largo de mi vida.
Con el tiempo y por desgracia, he visto a mi madre, mis tías, las madres de mis allegados cuidar. Cuidar de sus padres enfermos, de sus parejas que empiezan a envejecer, de sus nietos ya adultos. He visto cómo las personas, contratadas para cuidar de nuestros mayores, eran y son, mujeres.
Según el INE en el último trimestre de 2019 había en España 580.500 personas ocupadas en “Actividades de los hogares como empleadores domésticos” de las cuales 501.800 eran mujeres (el 86,4%) y 78.800 (el 13,6%), hombres.
Sin embargo, si tomamos en cuenta la Clasificación Nacional de Ocupaciones (CNO-11), nos podemos acercar a una cifra más certera del número de mujeres empleadas del hogar en España. La CNO señala que en el último trimestre de 2019 había en España 403.300 mujeres ocupadas (nacionales y extranjeras) bajo la clasificación de “Empleados domésticos”, lo que representa el 4,4% con respecto al total de las mujeres ocupadas. Ellas son el 98,2% frente al 1,8% que representan los hombres en el empleo doméstico, lo que refleja la fuerte feminización del sector. (2)
Entonces, si este binomio se repite una y otra vez y las mujeres están cuidando el mundo… ¿Quién cuida de las mujeres?
Bibliografía:
1-Economía Feminista y economía del Cuidado. Aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad.
2-Investigación Mujer inmigrante y empleo del hogar: situación actual, retos y propuestas.