En las últimas semanas han sido dos las marcas que han patinado con sus campañas publicitarias.
En ambos casos y para sorpresa de nadie, las firmas tienen como público objetivo a las mujeres y sus polémicas campañas han ido directas a la yugular.
En las dos citadas empresas, los CEO son hombres y sus equipos de Marketing también están dirigidos por hombres.
Es cuanto menos sorprendente, que los señores nos digan lo que nos ha de gustar o ¡peor! Que crean que eso que nos venden es lo que necesitamos y/o deseamos.
¿Qué es eso de que de los cuerpos ajenos no se opina?
Una frase manida de taza de desayuno, parece ser, porque ni Dorsia ni The Glow Filter se han quedado con el concepto.
Y es que la industria de la cosmética es femenina pero no feminista.
No, al menos, cuando te invitan a pasar por quirófano o a ponerte a dieta.
En el 2023, FAQUA hizo una encuesta en la que se podía votar la campaña más machista del año. Y, la verdad, había auténticas barbaridades. Si me dicen que el equipo de marketing de estas campañas es el mismo que el que contrató el Ministerio de Igualdad para el verano de 2022 (recordemos aunque no queramos aquel “El verano también es nuestro” con fotos robadas de perfiles privados y luego tocadas con Photoshop), me lo creo.
Que existe publicidad cuyo público objetivo son los hombres, es un hecho. Pero ni los implantes de pelo ni los alargamientos de pene cuelgan de una lona gigante en pleno Callao, en Madrid. Es que si me apuras, a cualquiera le parecería una idea nefasta hacer semejante campaña. Sin embargo, los aumentos de pecho o las liposucciones se venden sin la menor consideración de lo que realmente son: cirugías. Cirugías para las que necesitas una anestesia general, unas buenas heridas y un postoperatorio con su mediación. Luego ve a decirle a las niñas de 14 años que son preciosas tal como son, a ver qué les parece el discurso.
Siempre he creído que una ofensa se produce por un motivo interno, me explico: Yo soy quien da valor a los comentarios ajenos y quien se siente ofendida por uno de esos comentarios, probablemente me tenga que revisar qué es eso que a mí me hace sentir insegura como para que otra persona tenga el poder de herirme. Ejemplo: mido 1,55 y me han llamado “enana” toda mi vida. Jamás me ha ofendido. No lo veo un defecto. No me preocupa en absoluto. Ahora bien, en los últimos años he cogido bastante peso y si me llaman gorda me pillo un rebote importante. ¿Por qué? Porque soy YO la que tiene un problema con el sobrepeso. ¡Y lo admito! Todos tenemos prejuicios y puntos débiles, aunque eso no esté bien.
Pero cuando llegas a la parada del autobús y la marquesina te dice que te pongas a dieta es distinto. Es difícil no ofenderse. Porque ya no es algo personal, sino colectivo. Es algo de todas nosotras, social, de la comunidad en la que vivimos. Es un ataque a nuestros cuerpos de forma sistémica y con un objetivo claro y cruel: vender.
Y es que hace ya tiempo que las marcas no nos venden solamente sus productos, nos venden estatus social, un ideal de vida. Nos venden que con X crema estarás más guapa y en consecuencia (muy a nuestro pesar de que esta acción-reacción sea real) más feliz. Porque las mujeres que en los anuncios tienen grandes trabajos, ropa bonita y familia perfecta, son guapas. Y eso se nos graba a fuego de forma inconsciente.
Me pregunto si, entre tanto branding, influencer y fiestas de vanidades, se han olvidado de contratar un buen equipo de marketing.
Personalmente creo que se puede vender y hacer una gran labor publicitaria desde la honestidad y el respeto. Todos, si somos los publicistas, vamos a intentar que nos compres a nosotros, causar impacto, pero puede (y debe) hacerse acorde al momento social y cultural en el que vivimos.
Y no, decir a las mujeres que se operen los pechos, no es buen Marketing, Manolo.
Al finalizar este artículo, tanto Dorsia como The Glow Filter han retirado sendas publicaciones. Dorsia lo ha hecho con disculpas incluídas.