Si hacemos una rápida búsqueda en nuestro resuelve casi todo “san Google”, sobre este concepto encontramos que la interseccionalidad es una herramienta que nos ayuda a hacer un análisis más preciso sobre las desigualdades sistémicas. Es muy útil para la elaboración de una teoría más completa, también para la elaboración de políticas sociales más justas y por consecuencia más eficientes.
Este concepto fue creado por la académica y profesora estadounidense Kimberlé Williams Crenshaw en 1989 especializada en el campo de la teoría crítica de la raza.
Ósea que, si le dedicamos un tiempo de lectura, podremos entender con bastante facilidad el concepto en sí, lo complejo surge cuando intentamos integrarlo correctamente en las diferentes luchas y sus respectivas teorías. Históricamente llevamos siglos de luchas jerárquicas como son: sexo, clase, raza y la casi siempre olvidada especie, tenemos que tener la agudeza de entrelazar estas luchas y a su vez utilizar la interseccionalidad, momento donde aparece el gran desafío y la complejidad en este asunto.
Desde hace siglos, para cada una de estas luchas, existen teorías muy desarrolladas para que en la práctica se den resultados directamente relacionados con la mejora en la vida diaria de las mujeres, obreras, obreros, personas racializadas y animales no humanos, por lo tanto el concepto de interseccionalidad cabe perfectamente en cada una de ellas.
Pero veamos, desarrollemos juntas esta reflexión; los análisis de clase de Marx y Engels no incluían todas las realidades de las obreras y los obreros del planeta, aún así podemos seguir utilizando esta teoría y adecuarla a la realidad histórica actual. El movimiento de lucha de raza en Estados Unidos tampoco tiene muy presente a las personas negras africanas ni a los niños y niñas que son explotados, aún así esas ideas pueden ser extrapoladas para las luchas que surgen en países de África. Tanto Europa como Estados Unidos aportan valor a movimientos de otros lugares y esto significa la unión de los pueblos, con luchas comunes adaptándolas a sus propias particularidades, produciendo así un enriquecimiento y crecimiento del conocimiento de toda la humanidad.
Sigamos pensando y reflexionando, ¿por qué al movimiento feminista se le impone una interseccionalidad exagerada? Si la jerarquía sexual es la base de todas las opresiones puede tener todo el sentido esta exigencia, el problema surge cuando socialmente no se acepta esta jerarquía sexual como la misma raíz de todas las opresiones, este debate existe, las feministas sabemos muy bien cual es el pilar de todas las opresiones, la interseccionalidad también sirve para comprender esto. Como dijo Flora Tristán con una precisión tremenda “hay alguien todavía más oprimido que el obrero y es la mujer del obrero”. Ahora imagina que esa obrera es negra y no llega a fin de mes con ese sueldo, el entrelazado de las condiciones materiales que determinan el hecho de ser mujer, de ser negra y de ser pobre es una realidad compleja y probablemente sea también la forma de opresión más naturalizada de todas las que existen. No aceptemos esto nunca.
Es fundamental que la interseccionalidad esté siempre presente, tenemos que utilizarla en todos los análisis sociales. Las feministas ya hemos entendido hace mucho este planteamiento.
La interseccionalidad tiene que ver con la creación de espacios para que todas las mujeres tengamos voz, yo no puedo hablar como una mujer negra porque no lo soy.
Si las feministas radicales de los años 70 analizando la realidad de las mujeres blancas hubiesen hablado también como mujeres negras, el afrofeminismo no se hubiese desarrollado como lo hizo y probablemente hubieran sido tachadas de racistas o de apropiarse de una lucha que no les pertenecía a ellas.
Las Europeas no pueden hablar sobre las mujeres de América del Sur teniendo en cuenta todas sus particularidades. Somos todas sin excepción las que tenemos que hacer la práctica de la interseccionalidad escuchándonos, leyéndonos, reflexionando sobre qué pasa con esa mujer que vive lejos de mí, con una cultura diferente, con otras creencias, con diferentes condiciones materiales .
La interseccionalidad es una lupa a las particularidades pero también es un hilo conductor que une las diferentes formas de opresión, nos abre la puerta a un análisis mucho más crítico sobre las culturas, los usos y costumbres de cada lugar sin ser etiquetadas de racistas o clasistas o eurocentristas, cuando señalamos las diferentes formas de patriarcado sabemos que incomodaremos pero sólo así podremos intentar poner siempre a todas las mujeres en el centro de la lucha feminista, ese lugar innegociable que nos pertenece a todas las mujeres y niñas de este planeta.
Está claro que tenemos que seguir construyendo teoría y entretejiendo nuestras voces, nuestras reflexiones, nuestras historias, nuestras vindicaciones. Lo venimos haciendo desde hace 300 años; el músculo del feminismo se ha hecho tan fuerte que simplemente adentrándonos en las múltiples lecturas de autoras de lugares diferentes y de distintos momentos históricos, nos ayuda a todas porque nos hace entender las causas y el efecto de lo que somos.
En 1975 Dolimita Barrios, una activista boliviana, hizo una gran aportación sobre lo fundamental de la interseccionalidad, cuando participó en la primera conferencia mundial sobre la mujer de la ONU que tuvo lugar en México. Ella expuso replicando una intervención de Betty Friedan lo siguiente y citó textual: “Muy bien, hablemos de las dos. Pero, si me permite, voy a empezar. Señora, hace una semana que yo la conozco a usted. Cada mañana usted llega con un traje diferente; y sin embargo, yo no. Cada día llega usted peinada y pintada como quien tiene tiempo de pasar en una peluquería bien elegante y puede gastar buena plata para eso; y, sin embargo, yo no. Yo veo que usted tiene cada tarde un chófer en un carro esperándola a la puerta de este local para recogerla a su casa; y, sin embargo, yo no. Y para presentarse aquí como se presenta , estoy segura de que usted vive en una vivienda bien elegante, en un barrio también elegante , ¿no? Y, sin embargo, nosotras la mujeres de los mineros , tenemos solamente una pequeña vivienda prestada y cuando muere nuestro esposo o enferma o le retiran de la empresa, tenemos noventa días para abandonar la vivienda y estamos en la calle.
Ahora, señora, dígame: ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Tengo yo algo semejante a la situación de usted? Entonces, ¿de qué igualdad vamos a hablar entre nosotras? ¿Si usted y yo no nos parecemos, si usted y yo somos tan diferentes?
Nosotras no podemos, en este momento, ser iguales, aún como mujeres ¿no le parece?”.
Dejo a cada una sus propias conclusiones.