Asambleas ciudadanas.

Más democracia nunca le hizo daño a nadie.

El pasado 24 de junio, a las 5.30 de la mañana, me encontraba con otras compañeras de Extinction Rebellion en el Paseo del Prado de Madrid. Estábamos a punto de encadenarnos en la puerta del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.

Lo hicimos con la intención de denunciar que la Asamblea Ciudadana que se ha planteado desde el Ministerio de Transición Ecológica no encaja ni con la definición que la RAE hace de asamblea. Es un paripé para ponerse una medalla que derivará en la desacreditación de las Asambleas Ciudadanas como instrumento válido para la toma de decisiones.

No esperábamos tampoco que las decisiones de la Asamblea Ciudadana planteadas por un gobierno en un sistema de representación parlamentaria fuesen a ser vinculantes, pero sí que teníamos la esperanza de que, al menos, se pareciera un poco más a la celebrada en Francia el pasado año.

En lugar de esto, el Ministerio ha propuesto una reunión informativa del estado del clima con una pregunta abierta y ambigua para los asistentes “Una España más segura ante el cambio climático, ¿Cómo lo hacemos?”. No se incluyen criterios de justicia social ni se menciona el problema de la biodiversidad. Simplemente se hace una pregunta genérica que puede contestarse con barbaridades tales como “seguir explotando a los países del Sur Global y levantar un muro más alto”. En cualquier caso, tampoco lo que decida la “asamblea” va a tener ningún efecto pues ni siquiera se le reconoce capacidad propositiva. Incluso la Ley de Cambio Climático aprobada por el Congreso las dotaba de mayor funcionalidad.

Desde una perspectiva anarquista, andar pidiendo Asambleas Ciudadanas no parece lo mejor. No deja de ser reformismo de un sistema que no funciona y que está pensado para mantener a una élite política y económica con un pie en el cuello del resto de habitantes. No obstante, teniendo en cuenta el momento político actual, la incapacidad de los movimientos de clase de articularse en un frente común, la infiltración de los movimientos identitarios dentro del anarquismo y el auge de la ultraderecha; se me antoja complicado que una revolución anarquista llegue a tiempo para tratar el asunto de la Crisis Climática.

Una posible solución que el sistema podría llegar a aceptar sería la de una Asamblea Ciudadana por el Clima. Ahora bien, se trata de que esta sea lo más representativa de la población. A cuantas más participantes, con un mínimo de 150, mejor. La elección de las asamblearias se debe realizar por un sorteo estratificado teniendo en cuenta tantos datos estadísticamente cuantificables como sean posibles para asegurar una verdadera pluralidad y diversidad de realidades. Por supuesto no debe tenerse en cuenta, pese al nombre del instrumento, la condición de ciudadana como requisito indispensable para participar; pues esto dejaría fuera a la mayoría de las extranjeras que residen en el territorio estatal. Interesante a este respecto la posibilidad de adquirir la nacionalidad al haber participado en este proceso.

El proceso debe ser transparente y público, con sesiones de información de verdaderas expertas independientes ya que, al parecer, desde el Gobierno se quería traer a las expertas a sueldo de Repsol. Tantas sesiones como sean necesarias para que las asistentes tengan una idea real de la problemática y de las posibles soluciones.

Soberanía alimentaria, transporte, política de fronteras, propiedad de los medios de producción, oligopolios energéticos, extractivismo y neocolonialismo, turistificación, destrucción del litoral, la caza, la pesca… Son tantos los temas atravesados por la Crisis Climática que no debemos de tomarnos a broma la importancia en nuestro presente y futuro que podría tener la celebración de una verdadera Asamblea Ciudadana por el Clima.

Yo estaba preparado para encadenarme para exigir que fuese vinculante, pensando que iba a ser éste el gran escollo. Ha sido decepcionante tener que hacerlo finalmente para advertir de la quimera que nos está vendiendo “el gobierno más progresista de la historia” como una asamblea ciudadana. Es decepcionante que, teniendo en el poder al partido que se formó al abrigo del 15M, no se haya hecho ningún tipo de presión para abrir la democracia.

No podemos dejar que nos sigan tomando el pelo si queremos tener un futuro posible.

Eduardo Jesús Rovira del Río

Activista y abogado.

A lo largo de los años se ha ido dando cuenta de lo mal que está el mundo y cómo nos engañan los poderosos para mantener su orden. Firme defensor del apoyo mutuo, la educación y la divulgación como medios para cambiar las cosas. Radicalmente en contra de los privilegios.

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