El viento cambia de dirección hoy hacia el equinoccio de otoño y con él arrastra las hojas enfermas de edad, estas hojas que me recuerdan hoy la fragilidad de la vida, esas que no presenciarán la danza caníbal del fuego devorando la leña en una chimenea que sueña con el fantasma del verano, aquellas que quedarán plasmadas en una actividad de arte en el colegio.
Bosques amarillos, rojos, naranjas, marrones, bosques refugio de animales e insectos, cobijo pre invernal y también bosques que quedarán desnudos con el inminente paso del tiempo, ese que pasa para todos como rastrillo que remueve las amarguras de la vida, y te las devuelve a la puerta de tu casa, siempre a destiempo, felicidad con fecha de caducidad.
Octubre se abre paso con olor a canela y a ropa de invierno recién sacada de la bolsa, el verano se aleja y escuece, no por el agua salada, sino por la pelusa que nos molesta en el cuello. El otoño suena a canción de Nick Drake, nostalgia en una voz y una guitarra que suena a lluvia a través de la ventana y también dentro de ella.
Y yo me encojo en este salón como erizo sorprendido por un atardecer anticipado y me estudio como hermeneuta y no me reconozco en la manera que solía escribir tiempo atrás. Ya no soy el mismo, pero tampoco las hojas del árbol que crecían está primavera, y que ahora suenan a decadencia, crujido en mis pasos hacia un invierno inminente.
Octubre sigue desfilando entre sus días, las velas de olor a canela se van apagando, nos empezamos a acostumbrar al escozor de los jerséis de invierno, Nick Drake ya no está entre nosotros, pero sí el eco de su voz, en la mesa los vasos vacíos y ninguno augura algo bueno.
Halloween se acerca, con él los caramelos y las calabazas, los monstruos salen a la calle [o al duermevela] y no hay vela que me ayude a iluminar esta oscuridad, en cambio su luz ayuda a crecer a los monstruos y aún así lo único que me aterra es caer en tu olvido.
Un comentario
Preciosa reflexión y profunda como no puede ser menos viniendo de ti ❤️😘