La guerra mediática

Cuando se desencadenan conflictos bélicos, la propaganda juega un papel muy importante, donde se hace muy difícil distinguir lo real de lo imaginario, reduciendo esta tarea en una pericia apta sólo para expertos.

Más allá de la guerra de destrucción, muerte, armas y explosivos, existe la guerra mediática cómo un instrumento a sumar, no es tangible sino psicológica, capaz de convencernos de lo contrario de lo que sucede en el campo de batalla, constituyendo una manifestación por excelencia de la guerra no convencional, contraria a aquella que se entiende como la utilización de medios bélicos para derrotar al contrincante.

Desde la Primera Guerra Mundial, cuando una nación libra una guerra, la propaganda para conseguir el apoyo de los ciudadanos es algo fundamental. Ésto no es algo nuevo, se podría remontar incluso a los romanos con aquel famoso “al pueblo, pan y circo”, desde aquel entonces, esta técnica se ha ido desarrollando mejorando su factibilidad, incluyendo grandes campañas con guías lingüísticas, cientos de mensajes propagandísticos, todo un ejército de estrategias de política exterior, lobistas y cómo no, una red de canales de noticias vinculadas al bando fuerte.

Actualmente en la guerra que lleva a cabo el estado de Israel contra los palestinos, también se están utilizando campañas de propaganda específicas en un intento de influir en la opinión pública e internacional, con tal de recabar apoyos para así, blanquear un genocidio en toda regla.

Este es un claro ejemplo de cómo a través de diferentes medios de comunicación se exageran y tergiversan situaciones, se inventan falsos problemas, manipulando la opinión pública basándose en información incompleta o errónea, presentando soluciones incomprensibles que incluso, atentan contra el derecho internacional, los derechos humanos, teniendo como objetivo final ocultar auténticos crímenes de guerra.  

Un ejemplo muy gráfico de esta propaganda que intenta ganarse el favor y el aprobado del público en general, es la que está llevando actualmente el gobierno sionista israelí y que, a mí particularmente, me ha llamado mucha la atención: van retrasmitiendo, por las televisiones de muchos países, testimonios de jóvenes que tienen algún familiar cercano secuestrado por Hamás, normalmente, padre, madre, pareja o hija/o. Estas personas tienen la oportunidad de contar su dramática historia con todo lujo de detalles; su pesar, su pena y su angustia de no saber nada de los suyos, acabada la  entrevista, hacen un llamamiento al gobierno del correspondiente país para pedir apoyo a su causa, porque, según ellos: “son las principales víctimas de esta guerra”, así se granjean el afecto, la empatía del público. Están en su derecho, el problema surge cuando se utiliza la miseria o tragedia humana para fines manipuladores y, aquí se ve cómo se lleva a cabo un planteamiento propagandístico llamado “problema-reacción-solución”, denominado así por Noam Chomsky, (lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense de origen judío), autor de las “Diez Estrategias de Manipulación Mediática a través de los medios de comunicación”, en su libro “Armas silenciosas para guerras tranquilas”, donde cuenta cómo se crea un problema; una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público a fin de que éste sea el demandante de las medidas que se desean hacer aceptar, por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia en la franja de Gaza y justificarla y apoyarla porque Hamás empezó esta guerra y asesinó a 1400 civiles, incluidos muchos bebés, secuestro personas y acabó con otros tantos kibutz y esa es la noticia, por más trágica que esta sea, no deja espacio para otra, ya nos olvidamos de que la guerra en realidad, no empezó el 7 de octubre sino hace más de 70 años y que en realidad no se está atacando a Hamas sino a los civiles, al pueblo entero de Gaza y que nada justifica, nada absolutamente, que para acabar con una milicia de unos cientos se cometa un genocidio. Esta estrategia acaba aceptando el mal necesario en decaimiento de la libertad, los derechos sociales y la justicia.

La opinión se ha convertido en una especie de “fábrica” donde se puede moldear al gusto del consumidor. Hace poco vi una entrevista a una ciudadana israelí y su opinión acerca del ataque sin precedentes sobre la franja de Gaza, me hizo no creer lo que estaba escuchando, esta señora, estaba molesta porque ella estaba viviendo tranquila y feliz hasta que Hamás interrumpió su idílica vida y ahora no le importaba nada la cantidad de mujeres o niños que puedan morir en esta desigual “guerra”, le daba totalmente lo mismo, tenían que pagar por su intranquilidad y la de los suyos, me pareció muy triste que, un ser humano pudiera ser tan vil, tan poco sensible con la agonía de otro ser humano y me hizo preguntarme: ¿cuándo perdimos la humanidad y la dignidad?, no creo que sea digno poder hacer esta declaraciones sin inmutarse y además con la confianza que le da creerse superior moralmente a los palestinos por ser, simplemente israelí. 

Esta señora vivía en paz, rodeada de muros interminables que separaban su magnífica vida de la miseria palestina, el muro de la vergüenza oculta y separa físicamente, las penas, la igualdad de oportunidades, la pobreza, la escasez y desventura de sus vecinos, los autóctonos de esas tierras, ¡claro que vivía feliz!, ajena a todo aquello que la rodeaba, pero consciente del sistema de apartheid a los que están sometidos los del otro lado de la valla. 

Es tan alto el grado de la propaganda que cómo decía Malcom X. “Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”, de tal forma que los medios tan solo tienen que desinformar, en presentar a los ciudadanos sólo las informaciones que apoyan un punto de vista, aquel que interesa cincelar en las mentes de los espectadores a fuego, y en no presentar las informaciones que apoyan otros puntos de vista. En este caso, cuando comenzó este ataque cruel, solo se hablaba de Hamas y se repetía hasta la saciedad “el ataque terrorista”, haciendo caer el foco sobre el ataque de este grupo y no sobre el problema real, el estructural, aquel que comenzó en el año 1948.En los medios que tratan de blanquear este genocidio se juega mucho con las palabras “la guerra entre Israel y Hamás”, mientras que la realidad es otra muy diferente, es “la guerra de Israel contra los Gazatíes”, no podemos obviar que no se trata, en primer lugar de una guerra como tal, aquí no existen dos ejércitos enfrentados, ni en medios humanos, logísticos o armamentísticos; es uno de los ejércitos mejores preparados del mundo contra población civil que además, no tienen donde ocultarse, ni donde huir ni mucho menos cómo defenderse, queda bastante patético por parte de los medios seguir insistiendo en la terminología que quiere el estado sionista hacernos creer para apoyar este exterminio, Hamás, seguramente, ni siquiera está o se encuentra en Gaza, ahí solo quedan las pobres familias que no saben en qué momento o en qué minuto de su mísera vida, perderán ésta, bajo un fuego desmesurado, cruel y sobre todo inhumano.

Halima Ahmed Iacobi

Halima Ahmed Iacobi

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