Testimonios de jóvenes afganas II

1. Gimena

Está lloviendo a cántaros y recién terminé de dar clase a mis niñas. En realidad, si lo pienso dos veces, es ridículo llamarlas así…”mis niñas.” Ni son niñas ni son mías

No son niñas, porque han vivido experiencias que ni nuestras abuelas han tenido que vivir. Todas han sido testigos de más violencia y destrucción de lo que debería tener que presenciar cualquier ser humano a lo largo de toda su vida. Algunas han luchado, y hasta hecho huelgas de hambre, para evitar que las casaran. Otras, han dejado de hablar con sus familias para lograr no ser obligadas a usar un hijab dentro de su casa. Se las ha forzado a crecer demasiado rápido. Por eso, es ridículo que las llame niñas

Y sin embargo, tengo que recordarme constantemente que tienen entre catorce y veintipocos años, que están enamoradas de chicos adolescentes en bandas de música con canciones intrascendentes, que si les pido que escriban un ensayo como tarea probablemente se quejen y

que durante la clase van a reaccionar con emojis a todos mis mensajes. Por eso, es bastante certero que las llame niñas.

Tampoco son mías, porque no tengo ningún vínculo sanguíneo con ellas. Hace tan sólo un año y medio que les enseño inglés y nos “vemos” una vez por semana…y cuando digo “nos vemos” quiero decir que nos escuchamos, porque por su seguridad no prendemos las cámaras. No conozco sus caras. No son mías ni son de nadie. Son de ellas mismas, son autosuficientes, son libres (aunque solo lo sean en su mente). Por eso, es ridículo que las llame mías

Pero durante estos dieciocho meses he compartido tantas experiencias con ellas, hemos pasado por tantos altibajos (más “bajos” que “altos”, para serles honesta), que siento como si las conociera desde siempre. Siento como si fueran hermanas menores. Por eso, es bastante certero que las llame mías.

Primas, su realidad es muy distinta a la nuestra y, sin embargo, la causa de su sufrimiento es la misma. Su lucha es nuestra lucha y su injusticia también. Por eso, les agradezco que hoy las lean, porque solo con eso ya hacen bastante. 

Si tocan a una, nos tocan a todas. 

2. Samra

Todo mi cuerpo está cubierto con una tela negra. El tiempo es cálido y el sol brilla sobre esta tela negra como si fueran mejores amigos. Siento las gotas de sudor que me bajan por la frente y el cuello. Me miro los pies, que se mueven deprisa, porque sé que estoy rodeada de muchas miradas. Se me quedan mirando como si vieran a una criatura extraña por primera vez. Odio esas miradas fijas y por eso mi mayor deseo es caminar cómodamente algún día. Apenas puedo ver a las mujeres que me rodean, y si las miro de frente, veo que también van totalmente tapadas y con la mirada baja. 

Quiero volver a casa lo antes posible. Mi madre dice que debería dar gracias a Dios por poder salir con este paño negro. Dice que en su época era difícil salir si las mujeres no llevaban un paño azul similar. Este paño es como un sombrero con un largo trozo de tela alrededor que cubre todo el cuerpo. Sólo hay unos pequeños agujeros en la zona de la cara que nos permiten respirar o ver un poco. Mi madre me contó que chocaba contra paredes o tropezaba con objetos porque los agujeros de la tela azul no eran lo suficientemente grandes para poder ver bien. Le dije a mi madre que esa tela negra me entristece y me hace mucho daño, pero mi madre se mordió el labio y me dijo que desapareciera de su vista. 

Tengo que llevar siempre este paño negro. Nunca me he atrevido a decirle a mi madre que, cuando estoy en la calle, los chicos me dicen cosas que hacen que mi cuerpo tiemble y que por un momento todo da vueltas alrededor de mi cabeza. No le he contado que un día alguien me tocó una parte de mi cuerpo. Lloré desconsoladamente y sentí que mi corazón ardía. Sentí que todo mi cuerpo estaba sucio. Odio esta tela negra. Me oculta. Siento que su color negro hace que todo en mi vida se oscurezca.

A veces me imagino siendo libre, llevando un vestido que me gusta, de un color que me hace feliz y caminando por las calles cómodamente. Imagino un día en el que no haya nadie que me mire raro y me fulmine con la mirada. Imagino e imagino pero me encuentro de nuevo detrás de esta tela negra.

Texto original

My whole body is covered with a black cloth. The weather is warm and the sun shines on this  black cloth as if they were close friends. I feel the droplets of sweat going down my forehead and neck. I stare down at my feet, which move fast, because I know I am surrounded by a lot of looks. They stare at me as if they see a strange creature for the first time. I hate those staring eyes and that’s why my biggest wish is to walk comfortably one day. I can hardly see the women around me, and if I look straight at them, I see that they are also fully covered and staring down. 

I want to get home as soon as possible. My mother says I should thank God that I am able to go out with this black cloth. She said that back in her days it was difficult to go out unless women wore a similar blue cloth. This cloth is like a hat with a long piece of fabric around which covers the whole body. There are only a few small holes on the face area that allow us to breathe or see a little bit. However, my mother said that she had collided into walls or tripped with objects because the holes in the blue cloth were not big enough. I told my mother that this black cloth makes me feel sad and hurts me a lot, but my mother immediately bit her lip and told me to get out of her sight. I have to wear that black cloth all the time. I have never dared to tell my mother that when I am on the street, boys say things to me that make my body shake and for a moment everything turns around my head. I haven’t told  her that someone touched my body one day. I cried my heart out and my heart was on fire. I felt my whole body was dirty. I hate this black cloth. It hides me. I feel like its black color makes everything in my life go dark.

Sometimes I imagine myself being free, wearing a dress that I like, in a color that makes me happy and walking on streets comfortably. I imagine a day when there isn’t anyone looking at me strangely and hitting me with looks. I imagine and imagine but I find myself again behind this black cloth.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable: Jose Maria Pedrosa Muñoz.
  • Finalidad:  Moderar los comentarios.
  • Legitimación:  Por consentimiento del interesado.
  • Destinatarios y encargados de tratamiento:  No se ceden o comunican datos a terceros para prestar este servicio. El Titular ha contratado los servicios de alojamiento web a WordPress que actúa como encargado de tratamiento.
  • Derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional: Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Secciones

Temas

Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si acepta o continúa navegando, consideramos que acepta su uso.    Más información
Privacidad