Cállate, blanca privilegiada

El privilegio es invisible para quien lo tiene. 

A veces es muy triste tener que explicar las cosas desde cero, como cuando hay un debate sobre racismo y siempre se empieza por el mismo sitio: “¿En España hay racismo?”, en vez de empezar por poner sobre la mesa propuestas concretas para acabar con el racismo que SÍ hay. El siguiente punto es si hay más o menos racismo que en otros países, porque, por algún motivo que desconozco, la tabla comparativa parece importante (a las feministas nos suena este truco de frases célebres como “machismo hay en Irán, no aquí”). Pues con la intersección entre racismo y feminismo sucede exactamente lo mismo. Hablemos del privilegio blanco. 

¿Qué es un privilegio? Podríamos definirlo como una ventaja o beneficio que disfruta una persona o colectivo, y que puede deberse a circunstancias ajenas a su voluntad (por ejemplo, no elegimos nacer con un sexo u otro, nuestro color de piel ni nuestro lugar de procedencia). A veces se manifiesta en forma de un trato preferencial o facilidades de acceso a ciertos recursos, y otras veces es más sutil y se nota en las cosas que no pasan: los obstáculos que no tienes y las discriminaciones que no sufres. El privilegio blanco, en particular, se nota en la representación en medios de comunicación y la cultura (la sirenita negra es el fin del mundo, pero Gerard Depardieu interpretando a Alexandre Dumas es la cosa más normal). En el feminismo, podemos hablar de congresos llenos de mujeres blancas, espacios y debates donde las mujeres no blancas somos la nota de color, y en agresiones tan explícitas como que yo me planteé dejar de ir a las manifestaciones del 8M porque ya no soportaba que me metieran la mano en mi voluminoso afro con el buen rollito de “hermana, qué pelazo” (sí, mujeres feministas reivindicando el consentimiento mientras le tocan el pelo a una compañera). Luego todo se soluciona poniendo música “étnica” en los podcasts. 

Vuelvo a empezar: 

El privilegio es invisible para quien lo tiene. 

Hablar de tus privilegios no le resta gravedad a cualquier aspecto no privilegiado de tu vida. El privilegio blanco no significa que tu vida sea fácil y despreocupada. No es un privilegio ser mujer (diga la teoría queer lo que quiera). No es un privilegio ser pobre. Ser blanca, en cambio, sí lo es. Y lo es independientemente de los dos puntos anteriores. ¿Por qué? Porque hay cosas que no te pasan sólo porque eres blanca. Porque el mundo, como mismo se ha construido en base a jerarquías sexuales, también lo ha hecho en base a una jerarquía racial. Recuerdo las entrevistas a Antoinette Torres Soler, fundadora de Afroféminas, contando cómo fue confundida con la empleada de la limpieza a su llegada a la Universidad de Zaragoza. ¿Hay algo malo en ser empleada de la limpieza? Para nada. Lo triste es que sólo con el contacto visual asumamos que una mujer negra es la empleada de la limpieza, en vez de pensar que es diplomada en Pedagogía y Psicología de la enseñanza artística y que está ahí para hacer un máster. Por cierto, fue tachada de clasista cuando denunció esta situación como lo que es: racismo. 

¿Te ha pasado? ¿Alguien ha dado por sentado que tienes una profesión concreta (no precisamente bien valorada) sólo porque eres blanca? ¿Que no hablas español, antes de

haberte escuchado hablar? ¿Que no tienes estudios, antes de preguntarte a qué te dedicas? ¿Cuántas veces la policía te ha pedido los papeles sin venir a cuento? ¿Cuántas veces te han dicho que no te alquilan un piso porque no quieren “gente como tú”?1 

¿Si has vivido alguna(s) de estas situaciones? Te creo, y lo siento. Aun así, sigue sin ser un problema estructural. Que alguien te llame “blanca de mierda” no refuerza ningún imaginario colectivo negativo en torno a la gente blanca en general. No hace que las personas blancas tengáis menos oportunidades de acceso al empleo ni penas de prisión más largas. Antes de que me cuentes la anécdota de cuando fuiste a Estados Unidos y sufriste racismo por ser “hispana”, me tomo la libertad de aclarar que el racismo y la xenofobia son dos cosas diferentes, aunque en muchísimas ocasiones se sufren a la vez. Como blanca, puedes haber sufrido discriminación por ser extranjera (xenofobia), no por tu color de piel o tu pertenencia a una etnia concreta (racismo). Obviamente, son dos cosas a abolir en nuestro ya extenso catálogo abolicionista, pero la diferencia es importante a la hora de identificar correctamente las discriminaciones que has o no has sufrido y no apropiarte de realidades que no te afectan. 

Ahora, vamos a la segunda parte del debate. 

El concepto “privilegio” se está usando tan mal, tan fuera de contexto, que lo único que está generando es que muchas feministas no conecten aunque sea con ese único privilegio que supone la blanquitud. Los privilegios son algo a revisar y erradicar, no un arma arrojadiza para mandar a callar a nadie. Si estás criticando la Ley Trans y te dicen: “Cállate, blanca privilegiada”, ¿cómo vas a entender que ser blanca sí supone un privilegio en otras áreas? Es normal que pienses que la persona que te dice eso no tiene ni idea y que qué privilegios vas a tener tú, con la vida que has tenido. A quien te diga eso no le interesa hacer pedagogía antirracista: le interesa silenciarte. Que dejes de opinar, porque el privilegio blanco claramente te impide ver que el porno es sexo consentido o que la hormonación de menores son todo ventajas. 

Este mal uso del privilegio te desconecta de la reflexión sobre la desigualdad racial dentro del movimiento feminista. Genera una respuesta defensiva (comprensible), cuando en realidad te están atacando por otro lado, y borra totalmente el contexto y las necesidades de cada lucha. Quien quiera hablar de antirracismo y acompañarte en tu proceso de aprendizaje, siempre encontrará la manera de hacerlo desde el respeto. Quien te recuerde que eres una blanca privilegiada cada vez que vas a comprar el pan, sólo quiere que cierres la boca y pierdas el espacio que a las mujeres tanto nos ha costado conseguir. Que no te engañen. 


1 Aquí no hablo de que podamos pagar o no un piso, porque el precio de la vivienda es un tema aparte que nos afecta a todas. Hablo del extra que supone ser no blanca, perfectamente explicado en estudios como los realizados por Provivienda y el Ayuntamiento de Barcelona.

https://www.provivienda.org/informe-se-alquila-racismo-xenofobia-mercado-alquiler/#:~:text=El%20inf orme%20%E2%80%98%C2%BFSe%20alquila%3F%20Racismo%20y%20xenofobia%20en,para%20 acceder%20y%20mantener%20una%20vivienda%20en%20alquiler. 

https://ajuntament.barcelona.cat/dretsidiversitat/es/noticia/un-estudio-sociologico-detecta-nuevas-evid encias-de-discriminacion-por-origen-etnico-en-el-alquiler-de-viviendas_1130111 

<b>Isis Carratalá</b>

Isis Carratalá

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable: Jose Maria Pedrosa Muñoz.
  • Finalidad:  Moderar los comentarios.
  • Legitimación:  Por consentimiento del interesado.
  • Destinatarios y encargados de tratamiento:  No se ceden o comunican datos a terceros para prestar este servicio. El Titular ha contratado los servicios de alojamiento web a WordPress que actúa como encargado de tratamiento.
  • Derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional: Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Secciones

Temas

Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si acepta o continúa navegando, consideramos que acepta su uso.    Más información
Privacidad