Entrevista a las Niñas de Cádiz

Presentación: En ‘REVOLEO’ tenemos la suerte de contar con ‘LAS NIÑAS DE CÁDIZ’, una compañía de teatro que trabaja desde las raíces, fusionando elementos de la cultura popular y el folklore con otros de la denominada ‘tradición culta’. Y siempre desde el humor… ¡eso que no falte! Nos acercamos a través de esta conversación a la esencia misma de Cádiz y de sus gentes, al ADN de esta ciudad milenaria que se pone el mundo por montera y que nos habla desde las tablas del escenario. ¡Qué comience la función!

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1.- Alejandra, Teresa, Ana y Rocío: para vosotras, el humor es una manera de mirar la vida, de entenderla y de sentirla… ¿ayuda y abre puertas eso de llevar el Carnaval y la risa- o más bien, la carcajada- en la sangre? 

Creemos que sí. Cuando empezamos con esta nueva compañía tuvimos dudas acerca del nombre: “Las niñas de Cádiz”. No sabíamos si nos iba a cerrar puertas, si se nos iba a etiquetar demasiado, si los programadores de teatro o el público iban a tener prejuicios a la hora de tener en cuenta nuestro trabajo. Pero para nuestra sorpresa ha sucedido todo lo contrario. Cádiz, que es sinónimo de humor y alegría, es la mejor marca que podíamos tener, la mejor carta de presentación. Especialmente en estos momentos tan duros en los que la gente necesita, de verdad, reírse. El humor ayuda a tomar perspectiva sobre las cosas, ayuda a desdramatizar. Es bueno no tomarse tan en serio, ser conscientes de que estamos de paso, que nada es para siempre… 

2.- Os declaráis ‘mujeres artistas, populares, irreverentes, provocadoras y libres’: es la carta de presentación en vuestra web (www.laniñasdecadiz.com). ¿Cuándo y cómo surge esa sinergia a cuatro bandas, materializada y hecha realidad en forma de compañía teatral? 

El principio de todo esto puede remontarse al año 1996, cuando coincidimos yo (Ana López Segovia) y Teresa en la compañía de la Universidad de Cádiz ¡Caramba!, teatro. Se nos unió de tirón Alejandra, y decidimos, al margen de la compañía, hacer una chirigota callejera de mujeres (porque los hombres de la compañía no se quisieron apuntar). Nosotras sentíamos el carnaval como una fuerza creativa muy potente y muy teatral. Más tarde llegó la compañía Chirigóticas, que creamos junto a Antonio Álamo, con la que seguimos ahondando en ese lenguaje de fusión. Y después volvimos un poco a los principios, a la esencia, con “Las niñas de Cádiz”, incorporando a la “cuarta elementa”, Rocío Segovia, actriz con una trayectoria muy prolífica en el mundo del carnaval. Creemos que esta nueva compañía condensa y capitaliza todos estos años de investigación, y ofrece un producto ya maduro, un lenguaje consolidado y definido. 

3.- ‘El viento es salvaje’, comedia con acento de Cádiz y con acento universal   os ha regalado nada más y nada menos que el Premio Max 2020 de las Artes Escénicas al mejor espectáculo revelación. ¡Enhorabuena! ¿Resulta más fácil el camino tras un reconocimiento como éste? 

Creemos que sí. El reconocimiento de la profesión ha sido esencial para que se considere nuestro trabajo de una forma seria, no una mera ocurrencia para hacer reír al público, sino realmente un proceso complejo de creación, de fusión de lo culto y lo popular desde una perspectiva artística muy consciente.

4.Ya que hablamos del acento, lleváis a Andalucía por bandera ¿qué opináis del auge del andalucismo y nuestras costumbres en estos últimos tiempos? ¿Os habéis encontrado con algún obstáculo por ser andaluzas? 

No seríamos justas si nos detuviéramos más en los obstáculos que hayamos podido encontrar que en todo el cariño y el reconocimiento que nos han dado fuera de nuestra tierra. Por supuesto que sigue habiendo prejuicios, pero lo importante es seguir ahí, demostrando cada día quiénes somos, rompiendo clichés, y sobre todo despojándonos nosotras mismas de todos los complejos. Porque es verdad que muchas veces el enemigo está dentro de uno. A veces los andaluces tenemos más prejuicios con nosotros mismos que los de fuera. Tenemos que poner en valor todo lo bueno que tenemos, sin miedo.  También sin chovinismos. No somos mejores que los demás. Pero somos diferentes, y esa cualidad hay que regalársela al mundo.      

5.- Y ya que hablamos de viento, que de eso en Cádiz entendéis mejor que nadie cuando azota fuerte el Levante, ¿qué vientos soplan en España en estos momentos en el mundo de las artes escénicas, en general, y del Teatro, en particular? 

En este momento estamos todos con las carnes abiertas, porque está empezando a haber recortes en cultura (en los Circuitos están metiendo tijera con saña). Los que hemos sobrevivido a la pandemia, nos tememos que 2022 puede ser un año muy duro, incluso peor. Crucemos los dedos. 

6.- Comedia ácida y caricaturesca, concebida desde la agridulce y conmovedora crítica social, el costumbrismo popular- estilizado y esperpéntico a un tiempo- y desde el espejo deformante de lo chirigotero: todo ello es lo que ponéis en práctica en ‘El viento es salvaje’, con versión carnavalesca de los mitos griegos. Parece que los clásicos ocupan ahora un papel protagonista en el teatro y la literatura y reviven con fuerza. ¿Por qué?

Por eso mismo, porque son clásicos y nunca pasan de moda. Hablan de la esencia del ser humano, sus pasiones, sus vicios, su relación con la divinidad… Los griegos lo inventaron ya todo, es alucinante. Cualquier cosa que creas que estás haciendo de una manera original, ya la han hecho los griegos. Y si no la han hecho los griegos lo ha hecho Lola Flores. 

7- Habéis estado en el Teatro del Barrio hasta hace poco con Lysístrata, ¿cómo es posible que una comedia de la Grecia Clásica tenga tantas similitudes con la época actual? ¿Creéis que al igual que en Lisístrata estamos viviendo ahora una revolución por parte de las mujeres? 

La toma de conciencia que está habiendo ahora con la situación de la mujer, la globalización del pensamiento feminista (con sus luces y sus sombras), es inédita, creo, en la historia de la humanidad. Es un momento histórico. La recuperación de figuras femeninas dentro de la ciencia, las artes, la política, es todo un hito. Yo asisto a este momento muy emocionada, y también con mucha conciencia de que la primera que ha tenido que hacer un esfuerzo titánico para desarmar pensamientos machistas que tenía grabados en su cabeza a hierro he sido yo. Queda mucho camino todavía por delante, pero estamos en un momento maravilloso de unión entre las mujeres.

8.- ¿Cómo es el día a día de ‘Las Niñas de Cádiz’? ¿Cómo se desarrolla vuestro proceso creativo? Hay muchas risas compartidas, supongo… 

Mira, te cuento una anécdota. Nosotras volvemos de bolo algunas veces muy reventadas, después de varios días. Nos metemos en el metro camino de casa, con nuestra maleta, y de pronto suena un móvil con una música pegadiza, y en ese momento nos miramos y nos vemos las cuatro bailando o tocando las palmas sin poderlo remediar. Estamos todo el rato así, sincronizadas, locas por un cachondeo, por reírnos. Alguna se entera de una historia graciosa o rocambolesca y se la cuenta a las demás, la comentamos, la sublimamos… Y esa historia termina formando parte del siguiente espectáculo de la compañía, o de la chirigota de ese año… Todo lo que nosotras creamos es fruto de un universo que compartimos, un imaginario común lleno de personajes, de mitos, de anécdotas… Llevamos 25 años viviendo y creando juntas, eso es muy potente.

9.- Podríamos definir el teatro como el arte del encuentro con el otro. En ese sentido, ¿qué papel juega el teatro en estos tiempos de pandemia en los que  hemos tenido que aplicar distancia física y social a causa de la Covid? ¿Afecta todo esto a la comunicación entre actores/ actrices y público? 

Los primeros bolos post-confinamiento fueron durísimos. Los teatros medio vacíos, la gente sentada de manera aislada, con las bocas tapadas. Les costaba reírse, había dolor en el ambiente. Ha sido realmente traumático. Pero poco a poco nos hemos ido acostumbrando (el ser humano tiene una capacidad de adaptación sin limites), y las risas y el deseo de vivir se han abierto camino. La gente se nos acerca después de las funciones y nos agradece más que nunca el ratito de alegría. La verdad es que tengo la sensación de que a pesar de que la distancia física se ha agrandado, la distancia emocional se ha estrechado.

10.- ¿Hasta qué punto pensáis que el teatro puede mover conciencias, ser motor de pensamiento y reflexión y servir como herramienta de transformación social?  

Nosotras intentamos no tener ese tipo de aspiraciones. Nos parece demasiado grande, demasiado pretencioso. Con conseguir mover un poquito el corazón y la mente de la gente a través de la risa o de la emoción nos damos por satisfechas. Cierto que todo lo que una hace sobre el escenario tiene consecuencias, así que cuidamos mucho cada palabra, intentamos ser honestas, respetar nuestros propios valores, para no transmitir nada que no queramos. Sé, porque nos lo han comentado en muchas ocasiones, que hemos sido un referente para algunas personas: somos mujeres artistas, creadoras, directoras, empresarias, actrices que se plantan en el mundo sin pedir permiso ni perdón. Si algunas personas se han sentido inspiradas por nuestro trabajo, nos sentimos muy muy honradas, la verdad.

11.- Si no os dedicárais en cuerpo y alma al teatro, ¿qué otra profesión podríais imaginar en vuestras vidas, Alejandra, Teresa, Ana y Rocío? 

ANA: alguna profesión sanitaria. TERESA: publicista ROCÍO: historiadora del arte, restauradora ALEJANDRA: gestora cultural

12.- ¿Qué hay de cierto en eso que siempre se ha dicho de que ‘la vida es puro teatro’?

No sabemos… Para nosotras, desde luego, lo es, desde hace 25 años. También es verdad que miras alrededor, los políticos, la economía, la sociedad, y percibes que todo está lleno de mentiras, de falsedades, de intereses… En ocasiones, sentimos que hay más verdad en el teatro que en el mundo real.

13.- Por despedirnos con algún pensamiento vuestro, por favor, dedicad un mensaje o invitación a l@s amig@s lectores de ‘Revoleo’…

Nos vemos en los teatros, o en las calles de Cádiz, compartiendo risas. La risa como terapia, como antídoto contra los males del mundo y del alma, la risa como ejercicio de autocrítica, la risa como liberación.

¡Muchas gracias a las cuatro… y mucha ‘mierda’! (en argot teatral, jaja) ¡¡¡GRACIAAAAAS!!!!

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