La crisis interna del PP

¿Qué ha pasado estos dos últimos meses en el Partido Popular?

El miércoles 16 de febrero empezó un torrente de acontecimientos que supuso un antes y después en la historia del Partido Popular, y una semana trágica que creó una división interna que rasgó y desangró a un PP que busca reconstruirse.  

Todo empezó con unas filtraciones en distintos medios revelando un supuesto espionaje orquestado por la cúpula del PP contra el hermano de Ayuso, por un contrato llevado a cabo en abril 2020, en la peor época del Covid, supuestamente desde el Ayuntamiento de Madrid. 

Al parecer, el contrato se habría fraguado a través de una adjudicación a dedo desde la Comunidad de Madrid, en la que Ayuso habría otorgado a un amigo de la infancia un contrato de 1,5 millones para la compra de mascarillas, en el que habría mediado el hermano de aquella, Tomás Ayuso, llevándose una comisión de 280.000€ 

Esto no era nada nuevo, ya que la izquierda llevaba denunciando estas irregularidades en el pleno de la Comunidad de Madrid desde hacía más de 3 meses, y eldiario.es había publicado esta información derivada de una investigación. 

El 17 de febrero empezó la guerra abierta entre los populares, con una sucesión de acontecimientos fatídica para el futuro e integridad de los azules. 

Primero, Almeida compareció, desmintiendo que se hubiera realizado ningún espionaje desde el Ayuntamiento, pero al mismo tiempo Carromero dimitía, haciendo ver que estas acusaciones de espionaje no estaban infundadas. 

Desde fuentes de Génova se afirmaba que tenían constancia de unas comisiones cobradas por Tomás Ayuso que iban a investigar, lo que provocó que Ayuso compareciera, con una apariencia muy dolida y acusando a la dirección de su partido de atacarla “sin pruebas y de un modo cruel e injusto”, citando expresamente a Casado. No obstante, reconoció la relación comercial en el contrato de mascarillas, en el que su hermano participó. 

Teodoro siguió las comparecencias de esta guerra mediática, anunciando en rueda de prensa que se abriría un expediente a la presidenta del PP por los supuestos hechos y las acusaciones “casi delictivas” contra Casado, devolviendo el golpe con un precedente inédito en el Partido Popular, como es investigar la corrupción. 

Al día siguiente, Casado se pronuncia finalmente, revelando que en septiembre 2021 les llegó una información fiscal y de la Administración señalando que podría haber tenido lugar un “tráfico de influencias” con el hermano de Ayuso, cifrando la comisión en 286.000, y diciendo que solamente pedía explicaciones a la presidenta de la CAM. 

Tras la entrevista, Ayuso compareció, seguida por dos consejeros, defendiendo su versión, que no había tenido participación en el contrato y que su hermano cobró 55.800€ por la mediación en el contrato, una cantidad menor de la debatida. 

Se intentó en los días siguientes una serie de negociaciones entre Casado y Ayuso, y con participación de los miembros de la dirección de Génova, que resultaron infructuosas, y un evento clave marcó la diferencia en el conflicto. 

Con una convocatoria en redes sociales el día anterior, el domingo 20 una multitud de 2.500 personas aproximadamente se convocaron en la puerta de Génova 13, sede nacional del PP, manifestándose a favor de Ayuso y en contra de Casado y Teodoro. Así fue como esta catastrófica historia para la dirección de los populares llegó a su punto álgido; Casado convocó el lunes 21 de febrero a la Junta Directiva Nacional  para el siguiente lunes 28, con el objetivo de elegir un nuevo dirigente de la formación popular. 

El martes 22 cayó la primera gran dimisión, con el fin de García Egea como Secretario General del PP, lo que provocó una cadena que ha llevado al PP al punto en que se encuentra en la actualidad, con Feijóo a los timones, aunque no del todo todavía. 

Y finalmente, el miércoles 23 de febrero se consumó la ruptura definitiva de la generación del PP de Pablo Casado, con su última comparecencia en el Congreso con una Sesión de Control a Pedro Sánchez, tras la que se despidió del Parlamento con un noble discurso.  Si bien, su dimisión no fue efectiva hasta el Congreso Extraordinario celebrado a principios del mes de abril, en el que se proclamó a Feijóo como líder del Partido Popular con un 98,35 % de los votos.

Cabe destacar que en esta reunión de barones autonómicos Ayuso no estuvo invitada a la cita, ya que el cargo de presidente del PP de Madrid lo ocupa Pío García Escudero, por lo que la protagonista mediática y en origen de la ruptura del PP fue pronto apartada, y ligeramente silenciada por los grandes medios.  

Podríamos analizar si la intención real de apartar a Ayuso de los focos se debe a encontrarse plenas investigaciones por su posible caso de tráfico de influencias que dio origen a esta división; por su línea política, bastante populista y cercana a Vox; o porque era conveniente para dar paso al liderazgo de Feijóo, más afianzado e histórico dentro del PP, que Ayuso pasara a segundo plano. 

La única petición que tuvo fue la de ostentar la presidencia orgánica durante todo ese mes, tras demandas constantes de barones autonómicos y líderes del PP de quitarse del medio para anticipar un relevo que estaba más que anticipado. 

La pugna Casado-Ayuso estaba ya más que prevista por expertos en política nacional, ya que la mayoría absoluta con la que Ayuso se coronó como presidenta de la CAM amenazaba su prestigio como candidato. El ajustado resultado en Castilla y León rebajó más aún las expectativas respecto de Casado, y buscó deshacerse de una compañera que resultaba cuanto menos incómoda, con un resultado que, como conocemos, fue desastroso. 

En resumen, ¿quiénes son las tres figuras principales del conflicto?

Para crear un poco de orden dentro del caos que siguió a estos acontecimientos, tenemos que centrarnos en la actitud durante este mes de las tres figuras alrededor de las que giró el conflicto: Casado, Feijóo y Ayuso. 

  1. Casado: como hemos dicho, resistió y se aferró al cargo de presidente del Partido Popular hasta el congreso extraordinario del 2 y 3 de abril en Sevilla. 

No obstante, en este último tramo no ha tenido apenas apariciones en los medios, que se han dedicado a cubrir las intervenciones, líneas y propuestas de Núñez Feijóo, Ayuso y otros líderes activos y relevantes dentro del PP. Tampoco ha tenido presencia en el Congreso, y la coordinadora general tras estos eventos, Cuca Gamarra, ni siquiera le ha mencionado por su nombre.  

Sus últimas intervenciones en el Congreso y en la Junta Directiva Nacional estuvieron cargadas de sentimentalismo, emoción y palabras grandiosas, recordando el Estado de Derecho, la Constitución o la grandeza y la unidad de España, ante aquellos que siempre buscan dividirla. 

No ha caído en gracia esta resistencia de Pablo Casado a soltar el poder.  

  1. Feijóo: el presidente de la Xunta de Galicia es un histórico dirigente del PP en Galicia, tierra de Rajoy, Fraga y Franco, entre otras ilustres figuras. Tras estos acontecimientos en los que el PP se fue resquebrajando internamente, saltó pronto, junto con el resto de los barones autonómicos, pidiendo calma y unidad, con un claro interés de dar el salto al nivel nacional, algo que tenía en mente desde hacía bastantes años. 

Tras un progresivo ascenso a la cima mediática del PP, aupado por los grandes medios de la derecha, siempre tan útiles para la formación popular, eclipsó la figura de Ayuso como la gran valedora de la derecha popular y tomó protagonista, marcando la línea de una nueva era para el PP. 

Esta nueva era busca, al menos en intenciones, una línea más centrista, con referencias a Vox como un partido de “ultraderecha” o “populista”, según declaraciones de Feijóo o varios dirigentes cercanos a él, y se ha abierto a un diálogo más cercano con Sánchez que el que mantenía Casado, llegando a ofrecerse incluso a diálogo para Pactos de Estado. 

  1. Ayuso: la siempre polémica presidenta de la Comunidad de Madrid fue la causa que originó este conflicto, que ha desangrado internamente al PP y ha dado una rotunda muestra de debilidad a nivel interno en un contexto tremendamente delicado a nivel nacional e internacional, y en un contexto en el que pronto se avecinan elecciones a distintos niveles. 

Con un estilo orientado bastante más a la derecha que el que está planteando Feijóo, Ayuso ha causado en los últimos meses otro quebradero de cabeza al mandatario gallego, al asegurar que una coalición de gobierno con Vox es la fórmula más deseable. 

En cuanto a su liderazgo desde un enfoque feminista, evidentemente parte de un empoderamiento como mujer al ostentar la presidencia de la Comunidad de Madrid con amplia mayoría, y al haber resistido embates de las principales figuras recientes de nuestro país, como Pablo Iglesias o Casado.  

Podríamos encuadrarla dentro de un feminismo liberal militante, donde desprecia las líneas del feminismo radical o del feminismo con elementos de izquierdas encuadrado en las movilizaciones del 8M. Esto, por otro lado, no significa que el feminismo sea un elemento discursivo importante para la presidenta de la Comunidad de Madrid, porque no lo es. 

En cuanto al famoso caso de la comisión de Tomas Ayuso por el contrato de mascarillas, el Tribunal de Cuentas de la CAM declaró que no vio irregularidades, pero la Fiscalía tiene otra opinión al respecto. 

Ahora mismo hay una pugna abierta entre la Fiscalía Europea y la Fiscalía anticorrupción sobre quien debería investigar el caso, que la Fiscalía ha propuesto que resuelva el TJUE, pero lo que está claro es que habrá investigación, y habrá investigación en profundidad.  

La Fiscalía europea, órgano creado en 2017 y con poca trayectoria, busca perseguir ante tribunales a quienes cometan delitos contra “intereses financieros de la Unión”, y está compuesta en su delegación española de varios fiscales que intervinieron en la acusación de la trama del caso Gürtel. 

El tiempo dirá, pero lo que está claro son dos circunstancias: 1) Ayuso no será la figura de referencia del PP para la dirigencia nacional, que desde este mes ostenta, ya formalmente, Núñez-Feijóo y 2) Ayuso tiene un problema grave con la corrupción y gestión de fondos públicos de su gobierno, que deberá ser investigado por la justicia durante los próximos meses, y que puede tener consecuencias para la presidenta. 

Hasta entonces, seguirá manteniendo su línea, propicia a un acercamiento con Vox, frente al planteamiento moderado y centrista, que recuerda al ya olvidado Mariano Rajoy que Feijóo busca traer a escena. Con Ayuso, la división interna parece estar siempre asegurada. 

En conclusión, pasan los años  y parece que las viejas costumbres no cambian, incluso envejecen como el buen vino, ya que añaden una chispa inédita a la política popular y española. 

El PP sigue empañado por casos de corrupción, y en este caso el daño ha sido terrible, con toda la dirección del partido cuestionada, derrocada y olvidada para siempre, recordemos, por pedir INVESTIGAR estos casos de corrupción, ya que quien supuestamente los cometió sigue gobernando con firmeza la Comunidad Autónoma de Madrid, y con sus alegatos populistas lanza presagios muy duros para España. 

Feijóo llevará ahora el timón, y es probable que el viraje hacia el centro se consolide, pues la amenaza de Vox es rampante, y lo más inteligente es buscar una opción que permita al PP arañar votos a izquierda y derecha del espectro político, pudiendo quitar votos también al PSOE con un discurso moderado y centrista, tal vez buscando a los desencantados de la formación socialista con los acuerdos con Unidas Podemos. 

Sea como sea, lo que está claro es que en el PP es como la vida; quien triunfa no es quien hace el bien y se arroja como defensor de los más nobles propósitos, sino quien, con picardía y emocionalidad consigue hacer que la gente se sitúe de su lado, aunque la integridad o legalidad de sus actos deje mucho que desear.

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