La Superwoman

Madre, mujer, esposa, hija, trabajadora fuera de casa… Demasiadas facetas y ninguna de ellas la llevo al 100%. Sin tiempo para terminar los deberes de todas ellas.

Todas estas etiquetas no son más que eso, etiquetas. Es el resultado de venir de una familia de viejas costumbres, dónde la mujer cría, trabaja sin reconocimientos y lucha por quitarse el candado, que sus viejas antepasadas le pusieron en la boca.

La «Superwoman» perfecta a la vista de unos, no es más que una mujer frustrada, cansada, con amor por sus hijos y sin amor para ella misma.

Una madre tiene necesidades básicas como cualquier otro ser humano. ¡No existe esa súper heroína! Toda persona necesita un momento a solas para escucharse y saber qué necesita.

Al igual que un «buen físico» se entrena, las emociones también. Es importante que las madres se cuiden a nivel físico, a todas nos gusta vernos bien, por supuesto dentro del gusto y de las expectativas de cada una. Las emociones propias de la mujer están muy debajo de la dichosa alfombra. Y cuando eres madre ya ni tan siquiera existen.

Y claro, tiramos de Wikipedia familiar y volvemos a los roles que vivimos en casa, tanto de la nuestra como de las abuelas.

Es vital que una madre esté sana emocionalmente para poder criar criaturas sanas. Y así enseñar desde la base esas emociones nuevas, que para nuestras hijas e hijos son desconocidas.

Una mujer en sus primeros meses como madre necesita acompañamiento. La depresión posparto aparece incluso después de un año del parto. Todo esto por una mala gestión de nuestras emociones, y por unas falsas expectativas que la «Superwoman» nos hizo creer.

Una maternidad idealizada, nada real, está claro. La maternidad desde fuera está llena de críticas, acusaciones y topicazos que nos sumergen en años pasados. Madres repletas de prejuicios, con el malestar de expresar lo pesada que puede ser esa «nueva faceta». Esta nueva realidad que hace cuestionarte a cada minuto, si eres lo suficientemente buena o si eres la culpable de tus » malas gestiones emocionales».

Cansada de ir contracorriente del sistema; cansada de ser una borrega en costumbres de mierda, dónde se aplaude más lo que ven a lo que tu criatura interpreta; cansada de las miradas que cuestionan, donde solo se señala lo que me falta por hacer y no lo que ya conseguí en el día; de ser todas mis etiquetas y a la vez, no ser ningúna de ellas; exigirme y no exigirle; de ser productiva; en definitiva cansada. Esta es la palabra que la maternidad sin conciliación te graba a fuego.

Mamá Bokerón

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