Buscar

Las drogas son los hombres

Esta historia empieza por algo personal: pedí una cita en medicina interna para hacer un par de consultas sobre cosas de mi cuerpo que no sabían si estaban bien. Pues el señoro que me atendió decidió unilateralmente que yo estaba gorda y había acudido a su consulta buscando un remedio mágico para adelgazar, así que me recetó Rybelsus. No me preguntó cuánto pesaba. No me revisó nada. No me mandó ninguna analítica. No se interesó por mis ciclos menstruales, ni por mis hábitos de alimentación, ni por mi historial de salud mental, ni por nada de nada. Simplemente me recetó Rybelsus para adelgazar. 

Yo no tenía ni idea de qué era, así que se lo pregunté, y me dijo muy por encima que era algo que inhibía el apetito y que no tenía efectos secundarios, que no me preocupara. Yo le respondí que hasta las aspirinas tienen efectos secundarios, me fui de su consulta y busqué en Google qué me estaba recetando antes de ponerle una reclamación en el hospital. 

Por si no lo sabías, viene a ser lo mismo que el Ozempic, pero cambiando la forma de administración. Lo de “sin efectos secundarios” se lo sacó de la manga. Por algún motivo, eso me hizo recordar que las mujeres fumamos porque Edward Bernays (genio del mal, pero genio al fin) diseñó una estupenda campaña de marketing inspirada en las teorías de su tito Freud. Fumar ya no era algo mal visto entre las mujeres, sino un símbolo de los valores de los años veinte: libertad, independencia y empoderamiento. Vamos, estar un poco más cerca de lo que viene a ser un hombre cualquiera. Bernays presentó los cigarrillos como “antorchas de la libertad”, y la American Tobacco Company y su director George Washington Hill se frotaron las manos. Aunque entiendo perfectamente que prohibirnos fumar también era (y sigue siendo en muchos sitios) una machistada, quiero resaltar que no empezamos a hacerlo por rebeldía ni como una conquista feminista, sino por dos tíos en un despacho que vieron una oportunidad de oro para duplicar sus ingresos. Desde hace cien años hemos estado poniendo nuestros pulmones al servicio del capitalismo y lo hemos estado llamando “libre elección”. 

Entre los años 40 y 70, no contentas con fumar, también nos dio por tomar anfetaminas. Barra libre de anfetaminas. Era, por lo visto, la manera más rápida de adelgazar, estar menos deprimidas y mucho más productivas. Por ejemplo, American Home Products promocionó Dexedrine como un «remedio para mujeres ocupadas». Aunque las anfetaminas fueron clasificadas como sustancias controladas en Estados Unidos en 1971, sentaron el peligrosísimo precedente de que problemas sociales como el machismo podían solucionarse medicando a las mujeres. 

Lo mismo sucedió, también en la misma época, con los barbitúricos. El marketing se enfocaba en ofrecernos calma y estabilidad. Medicamentos como el Valium y el Miltown fueron comercializados como soluciones mágicas para la ansiedad, el estrés y los problemas emocionales. Eran tan habituales que acabaron siendo conocidos como «Mother’s Little Helper» (el pequeño ayudante de mamá). Si bien no hay un nombre tan conocido como el de Bernays al que responsabilizar de estas campañas, no nos engañemos: tanto las compañías farmacéuticas como las de publicidad en aquella época sólo tenían mujeres en el puesto de secretarias. 

Por si fuera poco, también somos víctimas de los consumos ajenos. Aunque en algunas drogas las cifras de consumo no son muy diferentes entre hombres y mujeres (generalmente para aquellas disponibles en farmacias, como sedantes, tranquilizantes, y las famosas anfetaminas), los hombres sí lideran clarísimamente la las cifras de consumo de drogas ilegales como éxtasis, marihuana, cocaína y

heroína 1. Drogas que, mira por dónde, le están jodiendo la vida a miles de mujeres y niñas como “daño colateral”. Y al planeta. El cultivo de coca se está comiendo la selva tropical, y su transformación en cocaína está contaminando la tierra y los ríos porque, según los datos disponibles, se usan hasta 3.5 millones de toneladas de sustancias químicas por hectárea de cultivo 2. A esto le sumamos el aumento de la criminalidad y de las redes de trata de mujeres vinculadas al narcotráfico, tanto en los puntos de cultivo y fabricación como en los de venta, y el negocio es redondo. 

Las drogas, legales o ilegales, son siempre hombres ganando dinero a costa de nuestro sufrimiento. Si necesitas algún motivo extra para dejar de consumir (introduce aquí tu droga favorita), más allá de todo lo que supone para tu salud, es este: estás haciendo ricos y felices a un montón de Manolos. Di no a las drogas.

Fuentes

1 https://www.statista.com/statistics/1332183/drug-users-distribution-worldwide-by-gender/

2 https://es.mongabay.com/2022/07/el-impacto-medioambiental-de-la-cocaina-en-el-mundo/

Picture of Isis Carratalá

Isis Carratalá

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable: Jose Maria Pedrosa Muñoz.
  • Finalidad:  Moderar los comentarios.
  • Legitimación:  Por consentimiento del interesado.
  • Destinatarios y encargados de tratamiento:  No se ceden o comunican datos a terceros para prestar este servicio. El Titular ha contratado los servicios de alojamiento web a WordPress que actúa como encargado de tratamiento.
  • Derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional: Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si acepta o continúa navegando, consideramos que acepta su uso.    Más información
Privacidad