Lily al Oeste
Resuena, en el subconsciente colectivo, nombres de diferentes artistas que han contribuido a la creación de los cimientos del estudio del arte en general y de la historia del arte en particular.
Bien es cierto que la mayoría de estos nombres, resonantes y tediosamente repetitivos, son de hombres y con este dato podemos hacernos, quizás, la pregunta más simple de todas: ¿Por qué? ¿Por qué esto es así?
Este tema no es sólo largo, sino que realmente, tal y como apunta Eugenia Tenenbaum, se lleva hablando de ello unos 50 años por muy novedoso que nos pueda resultar.
Cabe destacar que hay opiniones diversas según a qué historiadora de arte leas o escuches.
En este artículo, de forma humilde y con todos mis respetos hacia las historiadoras de arte, daré mi opinión acompañada de la señalización de lo que creo que es el problema principal. Antes de comenzar, me gustaría hacer mención a que esta problemática no solo afecta a las mujeres no racializadas, sino que afecta a ellas, a las racializadas y a un grupo enorme que la sociedad patriarcal se ha encargado de desplazar, maltratar y condenar por diferencias de género, raza, etnia, religión…
Y con esto ya he dado la piedra angular del problema: la sociedad patriarcal.
Leyendo a Linda Nochlin en su artículo ¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres? (1971) empecé a entender que esta problemática proviene de la propia sociedad, de sus entrañas y cimientos pensados y construidos por y para el hombre, por y para él y sus beneficios o en palabras de Tenenbaum “En una sociedad patriarcal, aquello considerado importante es aquello a lo que los hombres con poder otorgan validez” (“¿Tiene menos calidad el arte de las mujeres?” post en Instagram, febrero del 2022).
Teniendo estas palabras en mente quizás sea más fácil empezar a resolver el enigma de por qué en los museos predominan más las obras de hombres artistas que de mujeres. Y no, no es que nos hayan faltado mujeres artistas en la historia, es que la construcción del canon está mal desde el principio, desde sus cimientos, porque parece girar en torno al falocentrismo y sólo cuenta una mirada: la masculina.
Para entender, que no justificar, por qué existe y prevalece la visión masculina, tendríamos que repasar nuestros apuntes de historia, pero podemos señalar, casi directamente, que el comienzo de este prisma patriarcal empieza a germinar, a nivel visual, en la Edad Media.
La Iglesia fue la propulsora en crear imágenes para no solo enseñar y contar pasajes bíblicos a aquellos que no sabían leer ni escribir o lo que es lo mismo, a prácticamente toda la población, sino que con ello se encargó también en educar e imponer un modelo conductual donde la figura femenina, spoiler, sale malparada.
Yolanda Domínguez en su libro Maldito Estereotipo (2021) nos lo cuenta de la siguiente forma:
(La religión cristiana) Lo primero que hizo fue censurar: fuera culos, fuera tetas, fuera penes […]. La Iglesia fue una de las primeras en darse cuenta de la importancia del storytelling y de que para ser un buen influencer tenía que:
1) crear emociones y 2) contarlo todo a través de imágenes.
Entonces, teniendo este antecedente como subtítulo del patriarcado, es fácil llegar a una conclusión del por qué es casi inexistente la presencia femenina. En la Edad Media, vendían como influencer superiora a la Virgen María, el ejemplo para la mujer, el modelo de mujer y madre a seguir, y no otro. De otra forma, eras invisible, tachada y bruja.
En cambio, cuando llegamos a la Edad Moderna, sí que se nos empieza a ver, sí que empezamos a ocupar un espacio en el mundo del arte.
¿Dónde? Pues en obras creadas por hombres, evidentemente (!), donde el papel de la mujer dentro de las mismas es ser un objeto más. Además, ligeras de ropa, o sin ella, angelicales y con una expresión corporal relajada sea cual sea el motivo a representar, poseen una actitud prácticamente pasiva ante la historia que las rodea, contemplativas para que las contemples o en una expresión más capitalista…para que las consumas.
Siguiendo con el repaso de nuestros apuntes de historia, ahora toca hablar de la Edad Contemporánea donde el sistema patriarcal desarrolló, siguiendo a Eugenia Tenenbaum, tres modelos de feminidad donde sólo se aceptaba uno, son los siguientes:
- El ángel del hogar
- La mujer fatal
- La mujer moderna
El primer modelo, ve a las mujeres como buenas esposas y por supuesto, madres. Nos sitúa en el hogar, al cuidado de éste, el hombre y los hijos hasta el día de nuestra muerte.
La mujer fatal o lo que es lo mismo femme fatale es el que condena la figura de la mujer a la de amante y prostituta, la sitúa junto al pecado y lo prohibido.
Y, por último, la mujer moderna, aquella que empieza a tener ingresos, es decir, hablamos de la mujer trabajadora y en muchos casos politizada.
Y ahora es cuando rompo la cuarta pared y te pregunto: ¿Qué modelo de feminidad crees que aceptaba esta sociedad?
Y con esto, llegamos al siglo XX y sus vanguardias, ecosistema ventajoso para las mujeres artistas porque el arte más rígidamente académico empezó a difuminarse poco a poco.
Es aquí donde nacen los “-ismos” (surrealismo, expresionismo, cubismo, futurismo…) y qué ocurrió con esto pues que, al no existir en un principio unas normas y claves para la construcción de este tipo de arte, dio la posibilidad a muchas mujeres a dedicarse a vivir de su arte con poca posibilidad de riesgo de exclusión.
Esto no quiere decir que, a partir de este momento, todo se convirtiese en un camino de rosas ni mucho menos, el patriarcado seguía -y sigue-, jugando sus cartas y si no que le pregunten a la Baronesa Dadá y a su obra El urinario o La fuente (considerada la obra más influyente del siglo XX), atribuida a Duchamp y no precisamente por error.
Entonces… ¿Por qué hay poca presencia de mujeres artistas en los museos? Creo que tras este repaso histórico la respuesta, aunque sencilla, puede encender un pequeño fuego revolucionario en nosotras: No ha habido porque no nos han dejado espacio. No ha habido porque no nos han dejado ser artistas.
Y se preguntarán: ¿cómo que no ha habido? ¿Es que acaso Frida Kahlo o Artemisia Gentileschi no eran mujeres artistas? Claro que las hubo, claro que las hay y por supuesto existen obras de mujeres artistas en museos, pero tengo 2 datos que añadir a esto:
El primero y más obvio, la representación femenina en ellos sigue siendo vergonzosamente escasa y patética comparada a la masculina y el segundo, en palabras de Linda Nochlin en su artículo, cuando habla sobre los éxitos de las mujeres artistas, y aquí sí, aviso a navegantes, esto sí nos puede picar bastante: “[…] casi todas, casi sin excepción, fueron hijas de padres artistas o […] tuvieron una conexión cercana y personal con una personalidad artística masculina más fuerte o dominante.”
Con todo esto, no puedo evitar preguntarme ¿qué podemos hacer para cambiar el sistema? ¿Qué podemos hacer para que los museos de gran prestigio expongan obras de mujeres artistas?
Coincidiendo tal vez en parte con Griselda Pollock, creo que no existe la suficiente representación artística a manos de mujeres en los museos porque el canon per se está mal de principio a fin.
Las instituciones siguen haciendo lo mismo, año tras año y con esto voy a poner como ejemplo el temario que los jóvenes estudian en historia del arte para presentarse a la EvAU (Evaluación para el acceso a la Universidad). Digo que siguen haciendo lo mismo porque sí que me parece cuando menos, oprobioso (teniendo en cuenta lo que, supuestamente, hemos avanzado en cuanto a concienciación feminista) que el temario a estudiar en esta asignatura, actualmente, siga siendo el mismo que hace casi 10 años, las mismas obras, de los mismos hombres artistas, ni una sola mujer.
Entonces ¿qué solución encuentro a este problema? La única solución que puedo llegar a ver factible, coincidiendo con Tenenbaum una vez más, es que se empiece a hablar de mujeres artistas en las clases de historia del arte, en asignaturas que tengan que ver con las artes plásticas y que el profesorado, de forma individual, no se quede en la superficie de un temario y ofrezca al alumnado toda una batería de mujeres artistas que la programación didáctica-patriarcal- no contempla.
¿Y qué puedes hacer tú para contribuir a esto? Seguir a divulgadoras de arte en general, a historiadoras de arte en particular, leerlas, escucharlas y difundir sus conocimientos tanto en las redes sociales como en una simple charla con amigos. Haciendo esto te prometo que cada vez que entres en un museo contemplarás todo lo que hay a tu alrededor con otros ojos y créeme que te harás preguntas que tal vez antes no te habías planteado.
Un comentario
Me acba de encantar el artículo.no sabía que hubiese tantas mujeres ,claro calladas y detrás.