Ser o no ser… madre 

Se ha escrito bastante sobre la maternidad, de la experiencia de las mujeres que son madres y también algo sobre la experiencia de las que no lo son. Lo que no he encontrado son testimonios de las que están en medio, las que dudan, la que le ven la parte negativa y la positiva y no saben cuál tira más. Por eso, como parte de mi terapia, he escrito reflexiones conmigo misma, reflexiones que quizás se planteen otras mujeres y que se puedan identificar con mis testimonio y saber qué no son las únicas. Aquí van algunas de ellas. 

El mes pasado cumplí 37 años, y aquí sigo, sin saber si quiero ser madre o no. La psicóloga me ha dicho que converse conmigo misma sobre el tema las veces que haga falta. Para empezar me propuso que volviese a mi yo del año pasado, cuando pensaba que ya era el momento, que ya para 2023 quería ponerme a intentarlo, que ya sentía ese deseo de tener un pequeño ser en mi vientre y experimentar eso tan maravilloso que dicen que es la maternidad, porque yo siempre he creído que quería ser madre, pero los años pasaban y no me sentía preparada. Yo no es que estuviera bien, llevaba 6 meses con dolores musculares generalizados sin explicación aparente y que a día de hoy sigo padeciendo. Aparte de casi 6 años con dolores de cabeza y un periplo de tratamientos y consultas médicas sin resultado más allá de las esperanzas y luego las frustraciones. Cuando en la consulta de mi psicóloga, en noviembre de 2022, empezamos a indagar sobre las posibles causas de mis dolores me llegó como una revelación, ser madre entonces no era una buena idea. Necesitaba, y aún necesito, priorizarme, atenderme y cuidarme yo antes, además de cambiar mi sistema de creencias y conductas perjudiciales antes de poder plantearme traer al mundo un ser humano que, al menos durante algunos años me va a necesitar constantemente, y al que tendré que anteponer a todo. Otro punto de inflexión fue volver a mi ciudad natal a pasar las fiestas navideñas (vivo a unos 2000 km), allí tengo amigas con hijos y un sobrino. Al estar más de cerca de madres y padres y sus hijos (son todos varones), no pude evitar preguntarme: ¿quiero esto para mí? ¿Quiero tener que hacer un plan logístico cada vez que quiera tomar un café con una amiga? ¿Tendré la paciencia para lidiar con un niño o niña rebelde, con mucha energía, que me rete constantemente? ¿Quiero pasar mi tiempo libre en el parque infantil o jugando? Lo cierto es que nunca envidié a estas amigas, todo lo contrario, he sentido alivio de no ser ellas. 

Pero volvamos al ejercicio, retroceder al momento en el que me apetecía ser madre. ¿Qué sentía entonces? ¿Lo sigo sintiendo ahora? Nunca me he engañado, y siempre

he visto el lado oscuro de la maternidad. No lo he experimentado, pero sí me he informado bastante y sé lo tremendamente duro y difícil que puede llegar a ser, y esto teniendo un bebé sano y una red de apoyo familiar para acompañarte y liberarte de carga de vez en cuando, yo no tendría ese apoyo, pero aún así también he pensado en que podría ser una experiencia muy bonita. Pienso que crear un nuevo ser humano es probablemente el proyecto más complicado y grande que puedes tener en la vida, no hay trabajo ni empresa de mayor responsabilidad, pues dependiendo de cómo ejerzas la crianza, vas a marcar a otra persona, para bien y para mal, poniéndola finalmente en sociedad a convivir con otras personas a las que les hará bien o les hará mal. Entonces no es algo que tomarse a la ligera, así que sería un reto, un reto más grande que cualquiera que se me haya podido presentar, y no lo digo en plan negativo, sino en su conjunto, con lo bueno y lo malo. Así que pensaba que podría ser un proyecto muy bonito, aunque difícil. Luego está el hecho de experimentar un amor diferente, un tipo de amor que no se da en otras relaciones, que haya una persona en el mundo con la que tengas un vínculo tan grande como el de una madre y su cría, que haya una personita para la que seas, al menos durante sus primeros años de vida, lo más importante. También me hace ilusión el hecho de crear una persona junto a mi pareja, que tenga un poquito de nosotros y verla crecer y experimentar el mundo por primera vez, recuperar a través de sus ojos esa ilusión infantil de maravillarse con cualquier pequeña cosa que los adultos damos por sentado. Otra cosa que me gustaría es poder transmitirle mis valores y quizás compartir algunos gustos y aficiones. En cuanto al embarazo, pensaba también que debía de ser bonito tener a un ser humano creciendo dentro de ti, me he imaginado muchas veces acariciando mi barriga mientras le canto mis canciones favoritas a mi bebé. Lo del parto ya sí que no me hace tanta ilusión, pero también he pensado cómo querría que fuera. 

Todo esto lo sigo pensando a día de hoy, pero está ahora mi toma de conciencia sobre las causas de mi malestar, y no solo eso, sino que los últimos 12 meses han sido los peores en cuanto a salud física y mental de mi vida, y eso me hace plantearme si, en esta situación, quiero ser madre, poder sé que puedo (a menos que haya problemas de fertilidad que aún desconozco), pero ¿es esa la maternidad que quiero? ¿Quiero poner en riesgo mi salud al incorporar a mi vida un estresor tan grande como la maternidad? ¿Quiero ser una madre “enferma”? ¿Una madre con dolor? Cuando me levanto con dolor me cuesta sacar a mi perra por la mañana, ¿cuánto me costaría madrugar para llevar a mi hija al colegio? ¿Cómo me levantaría después de una noche sin dormir porque llora o me necesita? ¿O por qué he tenido que ir a urgencias en mitad de la noche? No es que sepa con certeza que no vaya a mejorar, pero aunque mejore, ¿quiero volver a perder calidad de vida? Porque eso es así, se pierde calidad de vida con un bebé: sueño, libertad, independencia, tranquilidad…

La maternidad en una sociedad patriarcal donde los cuidados no están reconocidos ni existe la conciliación es ahora mismo para mí lo opuesto a la tranquilidad, la paz y la libertad, es bonito pero también es estrés, responsabilidad, preocupación… podría gestionarlo pero ¿a qué precio?, porque no quiero arriesgarme a perder más salud y que una criatura inocente pague mi irritabilidad o frustración. 

Después de mucha reflexión, el no es rotundo, así que he decidido que no, que no estoy en el momento vital adecuado y con mi edad no puedo seguir posponiéndolo mucho más. No ha sido fácil, no era lo que había pensado para mí futuro, pero ahora mismo no es una opción. Quizás cambie de opinión en un par de años y quizás se dé el caso, o sea demasiado tarde y me toque resignarme, no lo sé, pero no quiero tomar esta decisión basándome en un futuro que aún no existe, si de algo he de arrepentirme prefiero que sea de no ser madre a serlo. La maternidad será deseada o no será. 

<i><span style="font-weight: 400">Jennifer A. Benítez</span></i>

Jennifer A. Benítez

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